Actualizado: 05/05/2019
Unas torres de hielo inspiradas en estupas, monumentos espirituales tibetanos, se han convertido en la solución a la falta de agua que amenazaba la subsistencia de las pequeñas comunidades agrícolas de Ladaksh, un desierto a más de 2.700 metros de altitud en el Himalaya conocido como el pequeño Tibet. La idea ha dado tan buenos resultados que su impulsor va a destinar el dinero recibido de un premio a levantar 20 estructuras.
Mayo, precisamente, era uno de los dos meses del año en los que más difícil se ponía la vida para los habitantes de esta región india que soportan temperaturas de hasta treinta grados bajo cero y que viven, muy de cerca, los efectos del calentamiento global: los glaciares del Himalaya de los que siempre habían tomado el agua que necesitaban para cultivar cebada, trigo, vegetales y árboles frutales se derriten y, lo mismo les privan del agua que necesitan para el riego, que inundan sus poblaciones a causa del deshielo.
Es lo que, últimamente, se repetía cada mes de junio cuando, después de dos meses de absoluta sequía, el ritmo al que se derretía la nieve y el hielo del glaciar provocaba inundaciones repentinas que, no solo impedían aprovechar el agua, sino que dañaban las cosechas. Con el inicio del otoño, y en medio de piruetas continuas para sacar adelante los cultivos, terminaba el trabajo en el campo sin capacidad para almacenar el agua que, entonces sí, fluía a ritmo normal sin que nadie pudiera darle uso alguno.
Para frenar este proceso que no ha hecho más que ir a peor, el ingeniero Sonam Wangchuk ha dado con la solución perfecta: unos glaciares artificiales que, con la forma de estupas tibetanas (y gracias a ella), recogen el agua que se va derritiendo para almacenarla e ir liberándola, despacio, para garantizar las necesidades para riego de forma continuada.
Una campaña de captación de fondos permitió llevar a la práctica una de estas estructuras que, con la instalación de más de dos kilómetros de tubería para canalizar el agua desde el glaciar hasta la población, ha proporcionado un millón y medio de litros de agua procedentes del deshielo para 5.000 árboles plantados por la población local. Esta idea que ha dado al traste con la falta de agua que amenazaba la supervivencia de la población ha sido reconocida con un Rolex, premio que se otorga a iniciativas destacadas por su contribución para solucionar los principales desafíos actuales.
El ingeniero Wangchuk, que está también detrás de un centro para formar en soluciones ecológicas a los jóvenes (el Movimiento Educativo y Cultural Estudiantil de Ladakh, SECMOL), ha decidido invertir los fondos obtenidos de este galardón en 20 nuevas torres de hielo que garanticen el abastecimiento de agua y permitan ampliar las plantaciones de árboles en este desierto de montaña poblado por pequeñas comunidades que se han ido asentando alrededor de las corrientes de agua de un glaciar del que, para finales de siglo, podría perderse entre el 70 y el 99% a causa del aumento de las temperaturas.
Más información en Ice Stupa.
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