La autoridad de energía nuclear de Japón aprobó el plan de Tepco de arrojar al mar el refrigerante del núcleo fundido de la central de Dai-Chi. Era el último paso, después de que el OIEA diera luz verde en abril.
En Fukushima se almacenan 1,27 millones de toneladas de agua radiactiva.
El plan para verter al mar el agua contaminada y tratada de Fukushima da un paso más. La propuesta de Tepco, la empresa que explota la central nuclear japonesa devastada por el terremoto y el tsunami de 2011, recibió el visto bueno de la autoridad nacional que regula la energía atómica.
Este es el último paso sustancial en el proceso de aprobación del plan, aunque formalmente el visto bueno definitivo no llegará hasta julio, tras la evaluación de los dictámenes presentados por asociaciones y particulares, afirma el jefe de la autoridad Toyoshi Fuketa.
Con el vertido del agua contaminada de Fukushima, previsto para la primavera de 2023, se cerrará un capítulo muy espinoso del expediente de desmantelamiento de la central.
Durante los últimos 12 años, el núcleo fundido de los reactores destruidos se ha enfriado constantemente con agua, que luego se almacenaba en tanques cerca de la central. Ahora la capacidad está llegando a su límite y la solución de Tepco es verter las 1,27 millones de toneladas de líquido en el océano.
Antes de ir a parar al océano, el agua contaminada será tratada para eliminar todos los elementos radiactivos (excepto el tritio, un isótopo del hidrógeno demasiado pequeño para ser capturado) y luego se diluirá con agua de mar hasta alcanzar un nivel de radiactividad 40 veces inferior a los límites legales de Japón. La liberación se realizará a través de un túnel submarino, aún por construir, de aproximadamente un kilómetro de longitud.
El visto bueno de la Autoridad de la Energía Nuclear se produce pocas semanas después de que la Autoridad Internacional de la Energía Atómica aprobara el plan.
El director del OIEA, Rafael Grossi, visitará hoy la planta de Dai-chi e intentará tranquilizar a los escépticos.
La Agencia supervisará toda la fase de liberación y entre las medidas para tranquilizar a los países vecinos está la participación como observadores en el proceso.
Corea del Sur, que junto con China es el país que más se opone al vertido del agua de Fukushima, ha hecho saber recientemente que participará en la supervisión del OIEA.
Por otro lado, siguen existiendo algunas voces de disconformidad interna, como la de Yoshihiro Murai, gobernador de la prefectura de Miyagi, adyacente a Fukushima, que sigue pidiendo a Tepco que explore alternativas al vertido al mar.
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