Actualizado: 25/10/2017
La búsqueda de soluciones para el almacenamiento energético que sean fiables y asequibles es una constante en la industria de las energías limpias. Esta necesidad puede encontrar respuesta en las baterías impresas ultrafinas, fléxibles y baratas, una alternativa que va camino de convertirse en realidad y que, en una primera etapa, se desarrollará para aplicaciones de pequeño tamaño, como dispositivos médicos, tarjetas inteligentes o aparatos electrónicos portables, conocidos como wearables.
El desarrollo de esta tecnología será posible después de que la UNSW-University of Queensland, en Australia, haya cerrado un acuerdo con la empresa Printed Energy que permitirá llevar a la práctica este proyecto de 12 millones de dólares. Una subvención de dos millones aportada por el Cooperative Research Centres Projects respaldará también esta iniciativa. En ella participan además Sunset Power International y Sonovia Holdings.
Con esta aportación arrancará la producción de baterías de estado sólido impresas, ultrafinas y totalmente flexibles, lo que permite que se puedan adaptar a prácticamente cualquier forma. Para obtener estos sistemas de almacenamiento energético, se seguirá un proceso de impresión en bobina muy semejante al de un periódico.
Además de por el proceso de producción, que tira a la baja del precio de fabricación de estas baterías para el almacenamiento de energía limpia, el sistema destaca por los materiales que empleará. Así, se optará por metales de fácil acceso, como el óxido de zinc y de manganeso, además de por estructuras de matriz orgánica. Todo esto se traduce en procesos de producción más asequibles que los de otras baterías, así como en productos finales menos tóxicos.
“El carácter único e innovador de esta tecnología la convierte en idónea para alimentar sensores, dispositivos loT (internet de las cosas), dispositivos médicos e, incluso, para aplicaciones a mayor escala con las que contribuir a gestionar la naturaleza intermitente de la electricidad generada por paneles solares”, asegura Rodger Whitby, responsable de Printed Energy, empresa que impulsará el proyecto.
El impacto de trasladar a la práctica esta tecnología de manera exitosa es importante. “El almacenamiento ha sido la pieza que falta de un puzle, en lo que se refiere a energías renovables”, considera a su vez Mark Hoffman, decano de la facultad de Ingeniería de UNSW. “El mundo clama por soluciones para el almacenamiento y, esta asociación tiene el potencial de responder a esa necesidad urgente”.
El equipo que trabajará para hacer realidad las baterías impresas se ha fijado como primer objetivo el desarrollo de esta tecnología para aplicaciones de pequeña escala. Respecto a las de mayor rango, como los paneles solares, entre otros usos, los impulsores de la iniciativa explorarán sus posibilidades a lo largo de los próximos tres años. “El rango de aplicaciones probablemente tenga como único límite nuestra imaginación”, avanzan por lo pronto desde la universidad australiana.
Más información en UNSW.
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