El nivel de contaminación a nivel mundial ha alcanzado límites que al que tenemos que hacer frente tanto actualmente como en el futuro. El abuso e inconsciente uso de los recursos fósiles, como el petróleo, ha contribuido al desarrollo del cambio climático.
El petróleo es uno de los recursos que permite el funcionamiento de la gran mayoría de los procesos establecidos y tecnología en el mundo tal cual como lo conocemos, pero este está desapareciendo cada vez más rápido y la búsqueda de nuevos recursos energéticos o que puedan realizar la misma función, va en aumento.
Los biocombustibles, las semillas de la discordia han sido creadas para dar una alternativa al uso de combustibles fósiles, que sean más económicos de conseguir, sin un proceso de refinado y que contribuya favorablemente al medio ambiente. Son fabricados con los restos de vegetales como el trigo, girasol, maíz o la soja. Pero aun así, su combustión no es menos dañina que otros combustibles.
El documental español de 2009, “Biocombustibles, las semillas de la discordia”, del director Arturo Villacorta, en colaboración del guionista Reyes Ramos, tiene una duración de 41 minutos. Proyecta la perspectiva de cómo realmente perjudican los biocombustibles en un ámbito general.
El mercado Europeo ha apoyado el uso de estos combustibles vegetales sin saber realmente el impacto y las consecuencias que traería fabricar combustibles a partir de vegetales. Además la demanda podría dispararse de manera descontrolada lo cual llevaría a las compañías a impulsar su crecimiento en el dominio del mercado y esto podría significar que muchas familias que viven de la agricultura se vean forzadas a vender sus propiedades para poder sobrevivir a la economía global.
La seguridad energética ha entrado en conflicto con la seguridad alimentaria. Por eso, se desarrolla ya una segunda generación de biocarburantes que no compiten con los alimentos.
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