Tras seis años de trabajo, los primeros 400 MWh de una batería estacionaria gigante de vanadio se conectaron a la red en la ciudad de Dalian.
China está a punto de conquistar un nuevo récord mundial en el campo de la energía: el de la mayor batería de flujo de redox de vanadio jamás construida. Una hazaña que aún no se ha completado, pero que ya ha echado sólidas raíces.
El pasado 5 de junio, la administración de Dailan, una ciudad del noreste del país, activó la primera fase de la planta de maxi almacenamiento.
Hasta 100 MW de potencia y 400 MWh de capacidad prestarán a partir de ahora diversos servicios a la red eléctrica local, como la regulación de picos generados por las centrales solares y eólicas, el arranque en negro y la respuesta a la demanda. Con el objetivo final de duplicar el rendimiento a 200 MW y 800 MWh.
Pero incluso en su estado actual, la batería de flujo redox de Dailan supera a la anterior, Sumitomo Electrics. La empresa japonesa había activado una planta de 17 MW/51 MWh en Hokkaido en abril de este año, lo que le valió el primer puesto.
Baterías de flujo redox, ¿cómo funcionan?
En los últimos años, las baterías de flujo han empezado a salir de los laboratorios y a acercarse al mercado, impulsadas por los nuevos avances en química y diseño. A nivel estructural, constan de dos depósitos de electrolitos líquidos, uno cargado positivamente y otro negativamente, que se bombean hacia un separador de membrana insertado entre los electrodos. La transición activa una reacción electroquímica reversible, que permite almacenar y devolver posteriormente la electricidad.
La aplicación más comercializada en la actualidad es la solución inorgánica de «flujo completo» basada en el vanadio, en la que ambos electrolitos están compuestos por este metal. Esta solución ofrece una densidad de energía inferior a la de la tecnología de iones de litio (alrededor de 25-30 Wh/kg frente a 110-160 Wh/kg), pero sigue teniendo algunas ventajas interesantes.
Por ejemplo, es capaz de alcanzar capacidades muy elevadas, lo que la hace adecuada para grandes instalaciones de almacenamiento de energía.
Tienen una larga vida útil, una excelente estabilidad de los ciclos de carga y descarga, una disposición flexible y no necesitan nivelación de carga. Además, la arquitectura especial de estas baterías las hace prácticamente recargables un número ilimitado de veces.
En la planta de Dalian, la tecnología fue suministrada por el fabricante Rongke Power, una empresa derivada de la Academia China de Ciencias, que supervisó el proyecto durante todas sus fases.
La obra representa el primer proyecto aprobado en el marco de un programa nacional de construcción de baterías de flujo a gran escala en China, puesto en marcha por el gobierno en 2016 como parte de una estrategia más amplia sobre el almacenamiento de energía.
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