Actualizado: 08/04/2021
Un macho de Shar-Pei de entre dos y tres años llamado Kai fue abandonado en una estación de tren de Escocia el pasado 2 de enero. Lo dejaron atado a una escalera, con una maleta al lado con su almohada, un juguete, un tazón y una bolsa de croquetas.
Las autoridades escocesas encargadas del resguardo animal (SPCA) fueron quienes encontraron al perro y quienes fueron capaces de averiguar su nombre gracias al microchip que llevaba. Localizado su anterior dueño aseguraba que vendió a Kai a través de Gumtree hacía 2 años, y que desconocía el domicilio del comprador.
Desde la SPCA aseguran que Kai es un perro muy sociable y manso, y cuidarán de él hasta que le encuentren un hogar. El abandono animal es considerado un delito en Escocia en el Acta de Cuidado y Bienestar Animal, establecida en 2006.
Durante días, este caso ha sido un misterio hasta que finalmente, localizaron a la responsable del abandono. Se trata de una mujer de 39 años llamada Fin Rayer que explicó al periódico británico Daily Mail que sintió no hizo nada malo al dejar al perro abandonado a su suerte. Afirma que lo dejo allí porque el perro no era como el del anuncio que había visto antes de comprarlo.
Rayer llegó a la estación con 400 libras para comprar al perro, después de haber visto el anuncio en la web y haber contactado con el vendedor. Quedaron en la estación y el vendedor le entregó el animal para que le diera un paseo y, como garantía, le dejó 150 libras. Cuando regresó del paseo el vendedor había desaparecido y como no supo que hacer, decidió irse en el tren y dejar al perro, que no era de su agrado, abandonado.
Mientras se resolvía el caso se recibieron cientos de solicitudes para adoptarlo, incluso se recaudaron más de 2.500 euros para sus cuidados, entre ellos, una operación urgente en uno de sus ojos que seguramente fue unas de las razones de su abandono.
Finalmente ha sido adoptado por un ingeniero de 52 años llamado Ian Russell, el cual fue el elegido entre la larga lista de voluntarios para la adopción.
“Cuando leí la historia de Kai, sabía que el perro necesitaba un hogar pero nunca imaginé que me elegirían a mi. Llamé al SPCA sólo para comprobar que estaba bien y ver que podía hacer para ayudar. En un par de semanas lo tenía en mi casa. Sinceramente, creo que fue el destino”.
Russell tenía un dálmata que murió antes de Navidad. “Fue como ganar la lotería”, añadió Russell.
Una historia con un final feliz pero que pone en evidencia la crueldad de algunas personas.
Imágenes: dailyrecord.co.uk