La climatología está convirtiendo a este verano en uno de los más duros del continente europeo. Mientras las olas de calor, los incendios forestales y las sequías se extienden por el sur de Europa, como ocurrió el pasado mes de junio en Pedrogao Grande en el norte Portugal, otras zonas sufren las consecuencias de las llamadas lluvias torrenciales. Estas dejan a su paso todo tipo de daños provocados por la lluvia y el granizo.
Uno de los casos más recientes ocurrió el pasado mes de julio en París. Las fuertes lluvias provocaron que, en tan solo una hora -entre las nueve y las diez de la noche-, la estación de meteorología de Paris-Montsouris registrase una caída de 49,2 mm de agua. En total, entre las ocho de la tarde del domingo y las ocho de la mañana del día siguiente cayeron 66 mm de lluvia provocando una situación inaudita: en cuestión de horas llovió lo que en años anteriores había llovido durante todo el mes de julio. De hecho, la última vez que llovió con una intensidad similar fue el 2 de julio de 1995, cuando se registraron en la capital francesa 47,4 mm de agua como consecuencia de las lluvias torrenciales.
Aunque España no se encuentra entre los países más afectados por desastres naturales, nuestro país sí que ha experimentado recientemente las consecuencias de fenómenos meteorológicos de cierta virulencia. El más reciente lo sufrió la ciudad de Madrid que, del mismo modo que la parisina, se vio pasada por agua hace menos de un mes. Las precipitaciones provocaron inundaciones que a su paso causaron numerosos estragos. Se vieron afectadas varias carreteras, hospitales e incluso varias zonas del metro. En tan solo 35 minutos los bomberos del Ayuntamiento madrileño tuvieron que realizar un total de 50 intervenciones en la ciudad y los servicios de Emergencia gestionaron hasta 154 expedientes. Como consecuencia de las intensas lluvias se produjeron grandes retenciones, desprendimientos de cornisas y macetas, algunos árboles sufrieron daños y se crearon acumulaciones de agua en la vía pública. El agua llegó incluso al interior de algunos establecimientos y comercios, y se coló en las zonas altas de los edificios, sobre todo en trasteros, además de en casas bajas.
Aunque varían de un año a otro, fenómenos como este se han vuelto más frecuentes en las últimas décadas, lo que lleva a que los ciudadanos se pregunten: ¿Cómo actuar en caso de sufrir desperfectos a causa de las lluvias torrenciales? ¿Cubre el seguro los daños provocados por los fenómenos meteorológicos? Sino es así, ¿de qué alternativas dispone el ciudadano?
Para responder a esta pregunta, hay que tener en cuenta varios factores: el tipo de daño que se ha producido, la causa que lo ha originado (el viento, el agua, el granizo, etc.) y el tipo de póliza acordada con el seguro. En general, cuando se trata de un seguro multi-riesgo, este suele incluir la cobertura de los daños producidos como consecuencia de la lluvia o del viento. Sin embargo, es importante tener en cuenta que algunos seguros no cubren los daños si estos fueron originados por inundaciones y en algunos casos solo lo harán si las lluvias han sido tan intensas que se han superado los 40 litros por metro cuadrado la hora. Para ello, las compañías aseguradoras toman como referencia los datos ofrecidos por las estaciones de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Otro elemento a tener en cuenta y que varía según la póliza son los trasteros. Debido a su localización, generalmente en la parte alta de los edificios, este tipo de propiedades se ve afectado por el agua de las lluvias o las filtraciones y, a menudo, su reparación no está cubierta por el seguro.
En los casos en los que el seguro no cubra algún tipo de destrozos una opción interesante para los afectados puede ser consultar al Consorcio de Compensación de Seguros (CCS). Se trata de un organismo de carácter público, dependiente del Ministerio de Economía, que puede cubrir ciertos daños denominados «riesgos extraordinarios».
Entre estos “riesgos extraordinarios” el CCS incluye aquellos causados por terrorismo, por terremotos y también por tormentas de fuerte intensidad. De hecho, las inundaciones son una de las situaciones más frecuentes que llegan a las puertas del CCS. Tanto es así que entre 1987 y 2015 el Consorcio ha tramitado más de 521.500 casos de inundaciones, seguidos de 505.350 casos producidos por «tempestades ciclónicas atípicas» y de 40.225 causados por terremotos. En el caso de los daños producidos por inundaciones, el CCS ha abonado de media 8.800 euros.
De ser necesario solicitar la ayuda del Consorcio, es conveniente que la declaración se haga lo más rápido posible, ya que las solicitudes se gestionan por orden de recepción. Para ello, los afectados pueden contactar con este organismo bien por teléfono, bien cubriendo el formulario que se encuentra disponible en su página web.
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