Actualizado: 15/12/2021

El confinamiento tuvo efectos positivos para el medioambiente como la reducción de emisiones, pero con la «nueva normalidad» está aumentando el uso de plásticos.
La pandemia del coronavirus ha afectado a prácticamente todos los países del mundo y a todos los niveles. Su llegada y expansión han provocado cambios en las sociedades que van desde las relaciones sociales hasta la economía, pasando por el trabajo o los transportes. Nadie duda de que el COVID-19 es negativo, y que está causando daños muy graves no solo a nivel sanitario sino también económicos y sociales. Contrarrestando con esto, durante la cuarentena se habló también mucho de que el confinamiento derivado de la pandemia estaba beneficiando al medioambiente y a los animales, al reducirse drásticamente la movilidad y la producción para evitar la propagación del virus. Los cielos y carreteras, normalmente abarrotados, pasaron meses descansando del humo y el ruído, y los ecosistemas se recuperaron en muchos lugares por la falta de turismo, por poner varios ejemplos.
Si bien es innegable que ha mejorado la calidad del aire y la capa de ozono, la «nueva normalidad» está teniendo otras consecuencias negativas para el mediomabiente, consecuencia sobre todo del uso de plásticos. Muchos expertos y expertas ya están diciendo que se han encontrado mascarillas en los fondos marinos, lo cual es pernicioso para los peces y otros animales. Por otra parte, para evitar los contagios y el contacto con los productos, los supermercados han aumentado la cantidad de plásticos y obligan a usar guantes hechos de ese mismo material. En establecimientos como las peluquerías también se ha popularizado el uso de plásticos para recubrir el mobiliario, y ofrecer cubridores de usar y tirar que antes eran de tela. Muchos de los usos que aporta el plástico podrían conseguirse también con otros materiales lavables o concienciando sobre medidas de higiene (si no nos tocamos la cara y nos desinfectamos con frecuencia no tenemos por qué llevar guantes). Y por supuesto el gran protagonista ha sido el plástico usado en hospitales y todo tipo de centros médicos, donde la higiene y la seguridad son fundamentales.
La reducción de los plásticos en lugares públicos no está en nuestras manos de forma directa, pero a pequeña escala podemos comenzar hábitos que reduzcan este problema. Si no lo hacíamos ya, podemos acudir al supermercado con nuestras propias bolsas de tela, comprar a granel, priorizar los productos envasados en vidrio, comprar en la charcutería en lugar de coger directamente los embutidos envasados, etc.
Para nuestro aseo personal podemos comprar un cepillo de dientes y un peine de madera, o utilizar jabón de lagarto en vez de botes de gel de plástico. Por otra parte, si tenemos una quedada o un pic-nic con amistades, cada persona puede llevar sus propios cubiertos y vasos, para no tener que comprar los de usar y tirar. Y para beber, podemos meter lo que sea en una cantimplora o un termo.
En general debemos evitar todos los plásticos que sean de un solo uso, como pajitas, platos de plásticos, bolsas, envases de galletas, etc. Si somos algo previsores/as y llevamos siempre una cantimplora y una fruta, nos evitaremos comprar aperitivos o refrescos que suelen venir envueltos en plástico.
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