Actualizado: 22/02/2019
Solo cuatro días han bastado para que un río de hasta 150 metros de ancho desaparezca por completo. Ocurrió en mayo de 2016, cuando los efectos del cambio climático sobre el glaciar Kaskawulsh, en Canadá, desviaron la senda del agua de deshielo para, con esa alteración, borrar del mapa el río Slims. Según los expertos que descubrieron el fenómeno, este es el primer caso de piratería fluvial que se conoce en la era moderna.
Hasta siete especialistas de universidades de Estados Unidos y Canadá han participado en la investigación de un acontecimiento que ha convertido en una “tormenta de polvo” lo que históricamente fue el río Slims, según el geólogo de la universidad de Illinois, James Best. Esta corriente era una de las que encauzaban el agua de deshielo del glaciar de Kaskawulsh para, de ahí, pasar a otro río, el Yukón que, desde Alaska, alcanzaba el mar de Bering.
Sin embargo, en los últimos días de mayo del año pasado, se operó un giro en el glaciar que, de liberar agua hacia dos cauces, pasó a hacerlo solo a uno debido a los cambios que el calentamiento global ha generado en su estructura, ahora más pequeña y con una nueva inclinación que orientó sus aguas, ya no hacia el Slims; sino a otro río más al sur -el Alsek-, por el que el agua corre ahora hacia el Pacífico.
Aunque la piratería fluvial (el desvío de una corriente) se había producido en el pasado, eso sí, a causa de alternaciones tectónicas, los geólogos que han estudiado la desaparición repentina de este río en Canadá consideran que es el primer caso de la era moderna y, también, el primero en el que se puede apuntar al hombre como causante principal, sino único, de lo ocurrido.
La desecación del río en cuatro días ha provocado que el único caudal por el que ahora corre el agua se multiplique por sesenta, mientras que en la zona bañada antes por el Slims el paisaje no ha vuelto a ser el que un día fue, como tampoco el ecosistema, con cambios significativos sobre la flora y la fauna.
Pero los efectos se extienden. La investigación desarrollada por expertos en geología, que analizaron la zona desde el aire, además de incorporar a sus estudios imágenes captadas por drones, arroja varias conclusiones alarmantes: la primera, que el daño es irreversible, con lo que, por el Slims, probablemente no vuelva a correr el agua. La otra pasa de lo particular a lo general, con el registro del primer acontecimiento de este tipo, cuyos efectos, según los expertos, pueden ser rápidos e imprevisibles; más cuando, tras lo ocurrido, está la mano del hombre y un cambio climático que avanza y que deja, con la desaparición meteórica de todo un río, una muestra más de sus efectos sobre el planeta.
Más información en Nature Geoscience.
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