Actualizado: 05/07/2024
Científicos españoles acaban de descubrir que la saliva de los gusanos de cera tiene la capacidad de degradar las bolsas de plástico en horas a temperatura ambiente.
El descubrimiento de estas enzimas surge del trabajo de Federica Bertocchini, una investigadora de biología y apicultora en España que dio con una peculiar habilidad de los gusanos de la cera en 2017. Estos parásitos se alimentan de la cera de las abejas y, en un esfuerzo por proteger sus colmenas de la destrucción, Bertocchini colocó bolsas de plástico sobre ellas como protección.
En 40 minutos, las bolsas estaban plagadas de agujeros. Las bolsas de plástico están hechas de polietileno, que representa alrededor del 29% del consumo mundial de plástico y es notoriamente difícil de descomponer.
El hecho de que los gusanos tardasen unas 12 horas en convertir el material en un desastre de agujeros presenta algunas posibilidades interesantes, con experimentos de seguimiento que muestran que los gusanos estaban realmente digiriendo el plástico, en lugar de simplemente masticarlo.
Sin embargo, los científicos seguían preguntándose cómo se llevaba a cabo exactamente este proceso, y querían identificar los mecanismos que se esconden detrás de la capacidad de los gusanos para devorar el plástico.
Los científicos utilizaron la microscopía electrónica para analizar la saliva de los gusanos de la cera, y rastrearon su apetito por el plástico hasta un par de enzimas.
En unas pocas horas a temperatura ambiente, estas enzimas trabajaron juntas para crear agujeros visibles en la superficie del plástico y oxidar simultáneamente el material. Al trabajar en tándem de esta manera, el equipo ve el par de enzimas como una nueva arma contra la degradación del plástico, y una que tiene claras fortalezas sobre otras enzimas con capacidades similares.
Para que el plástico se degrade, el oxígeno debe penetrar en el polímero. Este es el primer paso de la oxidación, que suele ser resultado de la exposición a la luz solar o a las altas temperaturas, y representa un cuello de botella que ralentiza la degradación de plásticos como el polietileno, uno de los polímeros más resistentes. Por eso, en condiciones ambientales normales, el plástico tarda meses o incluso años en degradarse. Estas enzimas que ahora se han descubierto son las primeras y únicas conocidas capaces de degradar el plástico de polietileno oxidando y descomponiendo el polímero muy rápidamente tras unas pocas horas de exposición sin necesidad de tratamiento previo y trabajando a temperatura ambiente.
Federica Bertocchini
Los científicos esperan seguir trabajando para descubrir los mecanismos que subyacen a la capacidad de las enzimas para degradar los plásticos. Señalan que aún queda mucho por hacer, pero esperan que la tecnología pueda ayudar algún día a resolver el creciente problema de la contaminación por plásticos.
Vía www.cib.csic.es
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