Actualizado: 17/10/2022
Un milenario árbol fósil perfectamente conservado ha dado a los científicos una visión única de un instante de hace 42.000 años, en el que el campo magnético de la Tierra se volvió loco.
El revelador estudio dibuja un panorama de caos ambiental temporal, que pudo influir en todo, desde el aumento de las pinturas rupestres hasta la extinción de los neandertales.
Sin el campo magnético de la Tierra lo tendríamos muy difícil para vivir en el planeta. Más allá de ayudarnos a navegar por el mundo con una brújula, el campo magnético de la Tierra es fundamental para la existencia de la vida. Ayuda a desviar los dañinos vientos solares y mantiene nuestra atmósfera protectora en su sitio.
El campo magnético de nuestro planeta dista mucho de ser estático. De hecho, es muy dinámico, cambiando y fluctuando constantemente a lo largo del tiempo. Cada pocos cientos de miles de años se invierte por completo, y el norte magnético cambia de lugar con el sur magnético.
La última gran inversión geomagnética se produjo hace 780.000 años, y muchos científicos sugieren que ya debería haberse producido un acontecimiento similar.
Entre estas inversiones geomagnéticas completas, que pueden durar hasta 10.000 años, se producen interrupciones más breves en el campo magnético de la Tierra. Estos eventos se conocen como excursiones geomagnéticas.
Las excursiones geomagnéticas son de corta duración e implican cambios temporales en el campo magnético de la Tierra que duran entre unos cientos y unos miles de años. La excursión geomagnética más reciente de la que se tiene constancia se conoce como excursión de Laschamps y tuvo lugar hace unos 42.000 años.
La excursión de Laschamps fue la última vez que los polos magnéticos cambiaron de lugar. Intercambiaron sus posiciones durante unos 800 años antes de cambiar de opinión y volver a intercambiarlas.
Chris Turney, coautor del nuevo estudio.
Los científicos conocen desde hace tiempo la existencia de estos dramáticos eventos de los polos magnéticos, pero nunca se había entendido claramente qué tipo de impacto tienen sobre la vida o el medio ambiente. Eso fue hasta hace unos años, cuando se descubrió un antiguo árbol fosilizado en Nueva Zelanda.
Unos obreros que preparaban un terreno para una nueva central eléctrica desenterraron el enorme tronco de un árbol kauri, perfectamente conservado durante 42.000 años, con sus anillos ofreciendo un increíble registro de 1.700 años de las condiciones ambientales de la Tierra que abarca exactamente el periodo de la Excursión de Laschamps.
Por primera vez, hemos podido datar con precisión el momento y los impactos ambientales del último cambio de polos magnéticos. Usando los árboles antiguos pudimos medir, y datar, el pico de los niveles de radiocarbono atmosférico causado por el colapso del campo magnético de la Tierra.
Chris Turney.
En un nuevo estudio, publicado en la revista Science, el equipo de investigación usó los datos detallados de radiocarbono de este árbol para crear una novedosa línea de tiempo de la atmósfera de la Tierra a lo largo del período que abarca la Excursión de Laschamps.
A continuación, el equipo ejecutó un modelo climático global, incorporando datos recopilados previamente en todo el mundo, para explorar qué efectos agudos tuvo este tipo de alteración del campo magnético en el medio ambiente.
Los resultados revelan un periodo increíblemente dramático de cambio medioambiental, sobre todo en el tramo de tiempo que precede a los pocos cientos de años en que se invirtió el campo magnético de la Tierra.
El estudio calculó que la capa de ozono agotada, los niveles más altos de radiación ultravioleta y el aumento de la ionización atmosférica se unieron hace unos 42.000 años.
Los investigadores bautizaron este periodo concreto como «Evento geomagnético de transición de Adams«.
Alan Cooper, coautor del estudio, sugiere que durante el llamado Evento Adams habrían aparecido una serie de condiciones ambientales novedosas. Las auroras, por ejemplo, se habrían extendido por todo el planeta, junto con volúmenes extraordinarios de tormentas eléctricas debido al aumento del aire ionizado.
Los primeros seres humanos de todo el mundo habrían visto auroras asombrosas. Debió parecer el fin de los días.
Alan Cooper, coautor del estudio.
El estudio sugiere que la perturbación del campo magnético provocó un aumento del arte rupestre, sustentada en la necesidad de los humanos de buscar refugio ante el aumento de los rayos ultravioleta.
Creemos que los fuertes aumentos de los niveles de rayos ultravioleta, especialmente durante las erupciones solares, convertirían de repente a las cuevas en refugios muy valiosos. El motivo común del arte rupestre de las huellas de las manos en ocre rojo podría indicar que se usaba como protector solar, una técnica que todavía usan algunos grupos.
Alan Cooper.
Otras especulaciones del estudio son que el Evento Adams provocó la extinción de varias especies de megafauna en Australia y aceleró el fin de los neandertales. Chris Stringer, del Museo de Historia Natural de Londres, califica el nuevo estudio de importante, pero también cuestiona algunas de sus amplias hipótesis.
Los autores también establecen un vínculo con la extinción física de los neandertales hace unos 40.000 años y creo que ciertamente podría haber contribuido a su desaparición. Pero sobrevivieron más tiempo y se extendieron más allá de Europa, y no sabemos muy bien cuándo desaparecieron por toda Asia.
Chris Stringer, Museo de Historia Natural de Londres.
En cuanto a lo que la investigación puede decirnos sobre la vida en la Tierra hoy en día, Alan Cooper sugiere con cautela que la investigación de su equipo ofrece nuevas ideas sobre cómo el mundo se vería afectado si algo como el Evento Adams ocurriera hoy en día. Señala los actuales movimientos del polo norte magnético en el hemisferio norte como una posible señal de alarma.
Esta velocidad, junto con el debilitamiento del campo magnético de la Tierra en alrededor de un 9% en los últimos 170 años, podría indicar una próxima inversión. Si un evento similar ocurriera hoy, las consecuencias serían enormes para la sociedad moderna. La radiación cósmica entrante destruiría nuestras redes de energía eléctrica y de satélites.
Alan Cooper.
Vía unsw.edu.au
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