Un estudio realizado en el Reino Unido ha revelado una relación sorprendente entre la presión del agua en las duchas y el consumo total de agua. Este hallazgo tiene implicaciones potenciales para las políticas de sostenibilidad y el ahorro de agua, especialmente en un mundo cada vez más afectado por el cambio climático y la escasez de recursos hídricos.
En 1992, el gobierno de Estados Unidos implementó una regulación que limitaba el flujo de agua de las cabezas de ducha a un máximo de 9.5 litros por minuto. Esta medida, aunque inicialmente criticada, buscaba reducir el consumo de agua potable y ayudar a los consumidores a ahorrar en las facturas. Antes de esta normativa, las cabezas de ducha podían permitir un flujo de hasta 18.9 litros por minuto. Con la nueva regulación, una ducha de ocho minutos utilizaría teóricamente 76 litros de agua en lugar de 151 litros.
Actualmente, doce estados en Estados Unidos tienen regulaciones más estrictas que las federales. En California, Hawái, Nueva York, Oregón y Washington, el flujo máximo permitido es de 6.8 litros por minuto. Se estima que la duración promedio de una ducha en Estados Unidos es de 8.2 minutos, utilizando poco más de 64 litros de agua. En los países desarrollados, las duchas representan aproximadamente una quinta parte del uso doméstico de agua.
Con el cambio climático amenazando con sequías y la inestabilidad del suministro de agua en muchas partes del mundo, varios países podrían estar considerando la reducción del uso de agua doméstica mediante la restricción del flujo de las cabezas de ducha. Sin embargo, el nuevo estudio del Reino Unido, que aún no ha sido revisado por pares, podría complicar esta estrategia.
El estudio y sus hallazgos
Un equipo de investigadores de la Universidad de Swansea, liderado por el profesor Ian Walker, junto con James Daly, gerente de sostenibilidad en la Universidad de Bristol, y el doctor Pablo Pereira-Doel, investigador en sostenibilidad en la Universidad de Surrey, instaló sensores de agua en 290 duchas en el campus de la Universidad de Surrey. Estos sensores registraron la duración de las duchas, y algunos también mostraban temporizadores a los estudiantes para indicarles cuánto tiempo habían estado duchándose.
Durante la instalación, los investigadores midieron la presión del agua y el caudal de cada cabeza de ducha. La presión del agua, medida en libras por pulgada cuadrada (psi), es la cantidad de fuerza ejercida sobre el agua para hacerla moverse. El caudal, medido en litros por minuto, es la cantidad de agua que sale de una llave durante un tiempo determinado.
Tras 39 semanas de monitoreo, los investigadores obtuvieron datos sobre 86.000 duchas individuales. Los resultados mostraron una relación significativa entre la presión del agua y el consumo de agua. Las personas tomaban duchas más cortas cuando la presión del agua era mayor. En duchas con presiones bajas, entre 16 y 32 psi, se consumían en promedio 60.6 litros de agua. Con una presión más alta, de 32 a 49 psi, el consumo bajaba a 48.3 litros. Y cuando la presión aumentaba a entre 49 y 65 psi, el consumo se reducía a solo 24.2 litros.
Una posible explicación es que una mayor presión de agua permite a los usuarios limpiarse de manera más eficiente, eliminando el jabón y el champú más rápidamente. Walker también especuló que las duchas con mayor presión podrían ser simplemente más satisfactorias, lo que llevaría a las personas a terminar más pronto.
Implicaciones para las políticas de sostenibilidad
Los hallazgos de este estudio podrían tener implicaciones importantes para las políticas de sostenibilidad. Dado que reducir el caudal de agua puede disminuir la presión, las normativas que limiten aún más el flujo de las cabezas de ducha podrían tener un efecto contraproducente, haciendo que las personas tomen duchas más largas y, en última instancia, consuman más agua. Aunque existen cabezas de ducha diseñadas específicamente con aperturas más estrechas para mantener la presión, su efectividad es limitada.
Sin embargo, los investigadores creen que hay margen para reducir el caudal sin llegar a un punto en el que la presión se vea tan afectada que la duración de las duchas aumente significativamente. Daly mencionó que aún no habían alcanzado ese punto, habiendo reducido el caudal a un poco menos de 5 litros por minuto en sus experimentos.
Además, el estudio mostró que en las duchas donde se instalaron temporizadores, los usuarios tendieron a usar menos agua con el tiempo. Al combinar ambos efectos (mayor presión y temporizador), el consumo promedio de agua pasó de casi 61 litros por ducha (presión baja, sin temporizador) a menos de 17 litros por ducha (presión alta, con temporizador).
Este estudio destaca la importancia de considerar todos los factores antes de implementar medidas de conservación de agua. Aunque las restricciones en el caudal de agua pueden parecer una solución simple, las consecuencias no deseadas podrían contrarrestar los beneficios esperados. La investigación en el consumo real de agua, como la realizada en este estudio, es crucial para desarrollar políticas efectivas que realmente ayuden a mitigar los impactos del cambio climático y la escasez de agua en el futuro.
En un mundo donde la sostenibilidad y la conservación de recursos son cada vez más vitales, estos hallazgos subrayan la necesidad de enfoques bien fundamentados y adaptados a las realidades del comportamiento humano y la eficiencia tecnológica.
Más información: osf.io
Atanacio Acevedo dice
Felicitaciones por sus artículos, bien redactados y con temas enriquecedores de conocimiento
Elías Zamudio dice
muy buen artículo gracias