Actualizado: 14/03/2021
Acaba de ser reconocido por el MIT Technology Review como uno de los innovadores menores de 35 años más prometedores de Europa y no es para menos. Tras años de búsqueda de alternativas para la iluminación sostenible y saludable, el investigador español Rubén Costa ha sido distinguido por trazar el futuro de la iluminación con BioLED, una propuesta a base de bacterias que generan luz sin daños para la salud ni para el medioambiente. Además de emplearse para la iluminación del hogar, el sistema podría dar el salto “muy pronto” a las pantallas de equipos electrónicos como ordenadores, televisores y smartphones.
Es lo que asegura el propio MIT, que reconoce que este investigador senior del Instituto IMDEA Materiales ha desterrado la vieja creencia de que las propiedades luminiscentes de los seres vivos no podían ser aprovechadas para crear nuevos dispositivos lumínicos. La dificultad de que las bacterias subsistiesen en condiciones no acuosas había llevado a una situación de punto muerto toda investigación sobre la materia, hasta que llegó Costa con BioLED.
Para hacer posible este avance que puede rediseñar los sistemas de iluminación tal y como hoy los conocemos, este investigador sí logró estabilizar fuera de un medio acuoso proteínas obtenidas de la bacteria del E.coli. De ellas, precisamente, se nutre BioLED, alternativa para la iluminación que cuenta con un rendimiento equiparable al de las LED que se pueden encontrar en el mercado.
“Estabilizamos las proteínas hace dos años y medio y todavía seguimos esperando a que se degraden”, ilustra Costa en declaraciones recogidas por el MIT antes de subrayar: “no han dejado de lucir”.
Pero no solo eso explica el valor del sistema propuesto por este profesor de Química especializado en materiales y dispositivos optoelectrónicos híbridos, que es al tiempo una referencia en cuanto a iluminación respetuosa con la salud y con el medio ambiente.
¿Es que las bombillas LED no lo son? Será, probablemente, el interrogante que surja en este punto. Y lo cierto es que no. Respecto a los riesgos para la salud, la American Medical Association ha alertado sobre las posibles repercusiones en la disminución de agudeza visual que puede tener la luz que emiten las LED que, además, podrían ocasionar daños en la retina e incluso alteraciones del sueño.
El motivo de todo ello no es otro que la mezcla que se emplea en este tipo de iluminación para lograr el tono blanco que tanto la caracteriza. Según detalla el MIT, la combinación de un chip de luz azul que se cubre de un material inorgánico de luz anaranjada, es imprescindible para conseguir esa tonalidad blanca, pese a que ese azul puede estar detrás de los efectos para la salud descritos.
Por su parte, tras ese recubrimiento anaranjado están costosas extracciones de fósforo inorgánico que generan un impacto ambiental muy alto. La extrema escasez de este elemento y su localización en lugares muy específicos del planeta explican estos efectos perjudiciales para el ecosistema.
Con BioLED, este fósforo deja de figurar en la ecuación de los sistemas de iluminación, para ser sustituido por proteínas biológicas que se pueden producir en cualquier laboratorio del mundo en el que se estabilicen siguiendo la línea trazada por este investigador, que busca inversores para que esta apuesta siga creciendo. Con ella, y su futuro salto a equipos electrónicos, se logra una luz “más pura y cercana al Sol” que ni ocasiona daños al medioambiente ni a las personas, cuyo cerebro y ojos se adaptan con mucha naturalidad a esta iluminación del futuro.
Actualmente, gracias a una beca Leonardo de la Fundación BBVA, se desarrollará un proyecto para fabricar un prototipo de ventana solar con materiales orgánicos. La base del proyecto es BioLED.
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