Actualizado: 20/03/2018
Presentaciones de nuevos coches eléctricos casi en cadena (entre las más recientes, la del nuevo Nissan Leaf 2018); expansión de la movilidad eléctrica a todoterrenos y, en proyecto, a camiones y autocaravanas; anuncios de innovaciones en baterías o sistemas de frenado; instalación de nuevas unidades para la carga de vehículos eléctricos e incluso avances hacia la recarga en marcha; apoyos gubernamentales, entrada de nuevos operadores… Por todo esto y mucho más pasa la industria de la movilidad eléctrica que, según los expertos, se encuentra en un punto de inflexión en su camino hacia el dominio del mercado.
De hecho, ese dominio previsto lo pronosticaron recientemente investigadores de la universidad estadounidense de Stanford, que están convencidos de que, la próxima década, será la que ponga el punto y final de los coches de gasolina y gasoil. Estas previsiones no son el único pilar en el que se sustenta la certeza de que los vehículos eléctricos van a ser dominantes.
Con una industria tan dinámica que presenta novedades sino diaria, sí semanalmente, puede pasar de largo un dato: que en los países con más modelos eléctricos en circulación, su presencia sigue representando el 2% del total del parque automovilístico. Es lo que ocurre en Noruega, Holanda y Suecia, en cabeza en este campo por delante de Francia, Reino Unido, China (que ha dado un salto de gigante en esta industria) y Estados Unidos.
La presencia todavía minoritaria de estos vehículos no mina la convicción de que el momento en el que el público en general pondrá su atención sobre estos modelos para dar paso a su adopción masiva llegará. Así se desprende, por ejemplo, de un informe promovido por Boomblerg New Energy Finance (BNEF) para averiguar el impacto de la movilidad eléctrica en la reducción del consumo de combustibles fósiles. Para obtener ese dato (17.800 barriles de petróleo ahorrados cada día en 2016) los expertos comprobaron que, aunque los coches eléctricos son aún pocos, la expansión que está registrando esta industria es muy significativa y, ante todo, muy rápida.
En este contexto, y teniendo en cuenta que es muy probable que los principales argumentos en contra de la movilidad eléctrica (precios altos, falta de autonomía, excesiva espera para la carga, ausencia de una red suficiente para la recarga, etc.) se superen en el medio plazo, desde el sitio especializado Clean Technica lanzan una batería de preguntas cruciales que aguardan respuesta antes de la adopción masiva de los vehículos eléctricos.
Dudas abiertas sobre la expansión de la movilidad eléctrica.
Partiendo de la base de que el dominio de los modelos eléctricos debe despojarse de condicionales para pasar del “si” dominarán al “cuándo” lo harán, dos son las áreas centrales que centran la atención:
- Qué recursos hacen falta para la adopción masiva por parte del público.
- Qué implicaciones tendrá esa expansión.
Afinando un poco más, Loren McDonald plantea hasta 30 preguntas a valorar para el futuro de los vehículos eléctricos que se reparten en los siguientes temas clave:
1. Papel de los Gobiernos en la industria de la automoción eléctrica.
Con lugares como Francia y Reino Unido en los que ya se ha anunciado la prohibición de los motores de combustión interna para 2040, y países como China e India empujando hacia una mayor penetración de los automóviles eléctricos, las autoridades alrededor del mundo concentran buena parte de las cuestiones abiertas. Básicamente, se trata de saber si promoverán la creación de redes de recarga, si se incentivará la transición a los eléctricos, y si esto afectará a la oferta y la demanda. Otra duda será si la menor dependencia de combustibles fósiles será motivo de inestabilidad e incluso de conflictos armados.
2. Efectos en la economía de la extensión de los vehículos eléctricos.
El fin del sector del automóvil tal y como lo hemos conocido tendrá evidentemente su impacto en el empleo y en la economía. Este punto centra muchas de las cuestiones a responder que, al final, confluyen en una esencial: ¿sobrevivirán los agentes que operaban en el sector, incluidos los pequeños y los que lo hacían indirectamente, como el mercado de segunda mano o los pequeños talleres?
3. Impacto sobre la propia industria.
¿Cómo se adaptará la industria a los cambios que están aquí y los que se avecinan?, ¿seguirán los jugadores el modelo de Tesla?, ¿se convertirá China en líder mundial? Son algunos de los interrogantes en este campo, en el que la respuesta que se dé a las baterías ocupa un espacio propio.
4. ¿Suficientes baterías y a tiempo?
Son muchas las incertidumbres en este campo tan determinante, desde si las empresas serán capaces de fabricar las baterías suficientes como para cubrir la demanda prevista, hasta si las minas de las que se obtiene el litio y el cobalto del que se nutren estos sistemas responderán a las necesidades futuras de la industria. Al hilo, otra duda abierta es el impacto que todo esto tendrá sobre los países que concentran esas reservas, entre ellos la República Democrática del Congo o Argentina.
5. TaaS y demanda energética.
Dentro de esa treintena de cuestiones queda margen para un mix de interrogantes sobre distintos aspectos, varios de ellos sobre el papel que jugará en todo esto la eclosión que se prevé también del transporte como servicio (TaaS), en detrimento de la tenencia en propiedad.
De esta batería de cuestiones no escapa una duda que será crucial para el futuro de la movililidad eléctrica. ¿Cómo se hará frente al incremento de la demanda de electricidad para la recarga de estos vehículos? En este punto, vale la pena tener en cuenta que se estima que de los 6 teravatios hora a los que asciende el consumo actual por este concepto, se pasará a los 1.800 en 2040.
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