Actualizado: 14/07/2021
Con el cambio de siglo, el hidrógeno tomaba posiciones para situarse como el combustible bajo en carbono líder del transporte del futuro. Diecisiete años después, las expectativas han empezado a desinflarse en un ámbito en el que la movilidad eléctrica parece ir afianzando su posición de liderazgo. La línea emprendida por gigantes como Tesla apunta en esta dirección. Sin embargo, aunque el hidrógeno haya contado con desventajas en algunas áreas, todavía quedan incógnitas por despejar y, con ello, opciones para que este combustible juegue un papel, al menos en algunos ámbitos del transporte.
Pros y contras del hidrógeno para el transporte.
Las dificultades para el uso del hidrógeno para el transporte a pequeña escala, además de para su distribución y para el uso por parte del consumidor individual han tirado del freno a las expectativas que existían sobre este alternativa.
En concreto, entre las principales debilidades del hidrógeno destacan el alto coste de almacenamiento y de bombeo. Tampoco ha ayudado a su extensión la falta de redes de distribución a nivel de usuario particular. Respecto a la industria, el panorama es diferente porque, para ella, esta infraestructura sí está disponible.
Como fortaleza destacada, al menos respecto a las baterías, sobresalen las restricciones de peso que operan sobre algunas formas de transporte y que todavía pueden jugar a favor de la extensión del uso de hidrógeno como combustible en algunos casos concretos.
Posición del hidrógeno para los distintos medios de transporte.
De las ventajas y desventajas descritas se desprende que los vehículos de mayores dimensiones y en los que el peso impacta son aquellos en los que el hidrógeno puede tener algo que decir. Por el momento, la posición del hidrógeno como combustible alternativo es la siguiente.
1. Por tierra.
Simplemente echando un vistazo a la oferta de vehículos eléctricos disponible y, otro más, a las opciones para adquirir un coche de hidrógeno, se puede deducir que, en este terreno, el margen para este combustible cero emisiones es estrecho. Prácticamente lo mismo sucede con motocicletas, bicicletas y cualquier tipo de medio de transporte para uso personal. La respuesta de la industria a la producción de una y otra opción, así como la mayor facilidad para recargar un vehículo eléctrico, dan cuenta de las razones que inclinan la balanza hacia esta opción.
La situación prácticamente se repite con los autobuses, ámbito en el que la propulsión eléctrica parece haber ganado la batalla, así como en los vehículos pesados para el transporte de mercancías. A la espera de que Tesla presente su primer camión 100% eléctrico, todo apunta a que esta opción ira ganando terreno. Ahora, en el transporte de mercancías todavía hay cierto hueco para el hidrógeno, fundamentalmente para grandes transportes de larga distancia, en los que el peso del vehículo (y de las baterías) puede sumar a su favor.
Por cierto que otra área, también referente a la movilidad terrestre, en la que lo eléctrico toma posiciones es la maquinaría agrícola. En esa línea, acaba de presentarse e100 Vario; el primer tractor eléctrico compacto, que empezará a operar en 2018. Como en los casos anteriores, el coste para aprovisionarse de hidrógeno tampoco ayuda a su adopción en este ámbito.
Finalmente en un transporte que es, esencialmente, híbrido eléctrico; el ferrocarril, las puertas todavía no están del todo cerradas para que el hidrógeno juegue algún papel. La innovación no es ajena a este medio, el más limpio de los que mueven mercancías, por lo que opciones como el hidrógeno, pero también el gas natural licuado, están todavía en liza en este campo.
2. Por aire.
En cuanto al transporte aéreo, la electricidad ha impuesto su dominio en los aviones de menor escala. Sin embargo, cuando se amplía el tamaño, el asunto no está tan claro, pese a proyectos en curso de aviones 100% eléctricos con capacidad para 150 pasajeros.
Sin embargo, en estos momentos la aviación comercial está en fase de exploración tanto de aviones eléctricos como de aviones propulsados por hidrógeno, por lo que este último todavía tiene opciones. En este caso además, estas se incrementan porque en los aviones el peso sí importa.
3. Por mar.
El transporte marítimo replica en buena medida lo que sucede en el aire. Así, si se trata de pequeños barcos de uso personal, lo más habitual es que las baterías eléctricas dominen. Sin embargo, en el transporte marítimo de mercancías el hidrógeno está todavía por jugarse su posición.
Aunque el peso de las baterías no suponga en este caso un problema, todavía está por decidir qué modelo será el imperante o si se acabará optando por un mix. A la espera de despejar esta incógnita, actualmente ya existen buques que acuden al hidrógeno como fuente de energía primaria o secundaria. Aunque no se dedique al transporte de mercancías, el Race For Water es un buque hidrógeno-sonar pionero que ira seguido de muchos más en un campo en el que el cambio de modelo urge, puesto que es de los más contaminantes.
Así, aunque desde el futuro de ese año 2000 en el que existían tantas expectativas sobre el hidrógeno, estas parecen no haberse cumplido, habrá que esperar a un futuro aún más lejano para ver si en áreas como el transporte marítimo de mercancías, la aviación comercial o el transporte por ferrocarril, el hidrógeno tiene todavía un papel que jugar.
Vía Clean Technica.
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