Actualizado: 04/10/2022
Se puede reciclar, conducir un coche pequeño y tratar de comer alimentos orgánicos. Pero también se puede ir más lejos y criar peces con una técnica eco-sustentable y tener un huerto con fertilización natural en el propio apartamento de una urbe como Nueva York.
Christopher Toole y Anya Pozdeeva, dos ex banqueros de la Gran Manzana que fundaron la Sociedad de Valores Acuapónicos y Educación (SAVE, por su sigla en inglés), están dipuestos a ayudar. «Lo llamamos ‘más allá de lo orgánico‘», dijo Pozdeeva, de 39 años.
La acuaponía es una técnica sustentable de producción de alimentos, que combina la cría de peces (acuicultura) con el cultivo de plantas en agua (hidroponia). Es un sistema perfecto, ecológico en miniatura, que permite producir la comida saludable en un pequeño apartamento con equipamiento sencillo, explicaron.
«Construimos nuestro sistema a partir de cubos de basura«, dijo Pozdeeva, una mujer delgada que emigró de la región siberiana de Rusia hace 20 años y todavía habla inglés con un leve acento. Si criar peces en un apartamento de Nueva York parece poco probable, Toole y Pozdeeva parecen áun más improbables como pioneros ecológicos urbanos.
Hasta hace poco tiempo eran banqueros que cumplían largas jornadas de trabajo entre los rascacielos de Manhattan, muy lejos del sombrío Bronx donde viven actualmente. Pero después de que la debacle financiera de 2008 derribara al sector bancario, Toole, vicepresidente de Sovereign Bank, descubrió que tenía un problema grave en los ojos, que según él fue causado por el estrés. Tanto él como Pozdeeva estaban muy desencantados con sus carreras. «Saben cómo exprimir hasta la última gota de ti y luego tirarte lejos«, dijo Pozdeeva. «Queríamos tener los pies en la tierra«, dijo Toole, de 47 años, espesa barba gris y sombrero de piel de cerdo. En cambio, pusieron los pies en el agua.
Toole sabía un poco sobre peces por sus veranos infantiles con su padre científico en la Institución Oceanográfica Woods Hole en Massachusetts (noreste), un famoso centro de investigación en biología marina en el área de Cape Cod. La acuaponía, estimó, le permitiría aunar la producción sustentable de alimentos con lo que espera sea un modelo de negocio también sustentable. ¿Una idea arriesgada? Sí. «Pero comprender los riesgos es algo que te enseñan mucho en el sector bancario«, dijo.
Cada semana Toole y Pozdeeva enseñan la técnica de acuaponía a unos 80 niños en la sede de SAVE en un centro comunitario en el sur del Bronx, uno de los barrios socioeconómicamente más desfavorecidos de Estados Unidos.
Durante un clase reciente, la pareja hizo que los jóvenes hicieran de todo, desde limpiar los tanques de peces hasta plantar menta, repollo y otros vegetales. Los niños, a pesar de estar más familiarizados con la jungla de cemento del Bronx, no tardaron en implicarse. «Tengo miedo de que venga y me muerda«, dijo entre risas una niña pequeña mientras ponía la mano en la parte superior de un barril con tilapias grandes. «Bueno, él tiene miedo de que bajes y lo muerdas«, razonó Toole.
Cuando dos niños dejaron de lado la jardinería para iniciar una pelea con barro, Pozdeeva intervino con calma. «La tierra es preciosa«, les dijo. Los chicos volvieron a la jardinería. Toole cría varios tipos de peces en sus piscifactorías de cubos de basura, pero las tilapia son los mejores. Requieren de 19 a 38 litros de agua y en nueve meses ya se pueden comer. Además, pueden ser totalmente vegetarianos y parecen gustarle las lentejas de agua, una planta de granos verdes que Toole y Pozdeeva recogen de los estanques en el Parque Van Cortland del Bronx. «Es ilegal, pero por otro lado esas plantas están asfixiando los estanques, por lo que se podría argumentar que estamos haciendo un favor«, dijo Toole sobre sus expediciones para recoger este tipo de plantas.
Además de la enseñanza, Toole y Pozdeeva venden pequeños alevines de tilapia a 5 dólares la unidad a través de su página web www.vifarms.com, Facebook y otros sitios web. Hace apenas un año que crearon SAVE, pero Toole y Pozdeeva tienen muchos más peces para freír.
Toole planea alianzas con cocineros, otros criadores de peces urbanos, y trabajos de consultoría para los recién llegados. Pero tras huir de la banca mundial, no quiere terminar trabajando para nadie, o «vendiendo nuestra alma», como él dice. Parece poco probable que eso suceda.
Pozdeeva ha descubierto que los hongos, criados en un simple pedazo de cartón, prosperan en las mismas condiciones de tibieza, oscuridad y humedad que favorecen la crianza de tilapias. Y Toole está muy entusiasmado con diversificarse con la producción de miel. «Ahora mismo tengo 10.000 abejas en nuestra sala de estar«, dijo. «Así que no sólo estoy durmiendo con peces, sino también con abejas«.
De hecho, lo único que podría obstaculizar la revolución verde, al parecer, son las reglas especialmente estrictas de Nueva York en relación con los animales domésticos en edificios de apartamentos. «Básicamente, necesitamos ser algo discretos«, dijo Pozdeeva sobre sus colonias domésticas de peces. «Pero eso es lo bueno de los peces«.
Gracias a Héctor Cano por el enlace.
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