Actualizado: 01/02/2021
Cuando, a finales de 2016, Google anunció que estaba en camino de obtener toda la energía que necesitaba de fuentes renovables, se guardó parte de sus planes en este terreno. Y no eran pequeños. A través de X, empresa con la que la matriz Alphabet se extiende a la investigación, Google se suma a la lista de agentes públicos y privados de todo el mundo que buscan la solución definitiva a una de las grandes sombras que planean sobre la energía limpia: cómo almacenar los excedentes a gran escala y a un coste competitivo.
“Malta pretende capturar más energía limpia cuando esta es producida, mediante el uso de sal para almacenarla a gran escala”. Con esta breve declaración de intenciones Google presenta su proyecto en este terreno. Bajo ese nombre, Malta, el gigante norteamericano busca respuestas donde muchos han tratado ya de encontrarlas. El uso de sal para el almacenaje de energía es todo un clásico en un campo dominado hasta ahora por empresas energéticas y por el sector público. Ejemplos en esta línea se pueden encontrar en Alemania o dentro incluso de Estados Unidos. En Nevada, por ejemplo, una planta termosolar recurre a sales a temperatura extrema para usar energía solar tras el anochecer.
Google admite que la tecnología para el almacenamiento está ahí. Pero puntualiza: “las soluciones actuales son caras y no son capaces de capturar toda la energía producida de fuentes renovables”. Tras la afirmación, una pregunta que suena a avance de resultados: “¿Y si pudiésemos aprovechar totalmente la energía renovable con un sistema barato que pudiera ser ubicado prácticamente en cualquier sitio y que almacenase energía durante horas e incluso durante semanas?”.
Con el listón alto, el proyecto Malta se basa en los trabajos del Premio Nobel Robert Laughlin, que parte del almacenamiento a alta temperatura, en sal fundida, y a baja temperatura. El funcionamiento del mecanismo se detalla en la imagen.
Según este esquema, la energía captada del viento y del sol se enviaría al sistema de almacenamiento de energía Malta. En él, la energía eléctrica activaría una bomba que, mediante la diferencia de temperaturas, la convertiría en energía térmica. El calor se almacenaría en sal, mientras que el frío haría lo propio en líquido refrigerante. Cuando la energía almacenada fuera necesaria, esta se reconvertiría en energía eléctrica mediante un motor de calor siguiendo el mismo procedimiento que con la bomba, pero a la inversa. Con esto, la energía sería conducida de nuevo a la red.
Sobre esta base, Google ha dado un paso más hacia el diseño de los componentes. Para ello, se ha trabajado durante alrededor de dos años en la preparación de simulaciones y el análisis de posibles diseños que, tras este periodo, “están casi listos para convertirse en maquinaria real”, según informa X.
Google considera que el sistema puede ser viable por distintas razones. La primera, el bajo coste de sus componentes. Tanto la maquinaría (tanques de acero, aire y líquidos refrigerantes), como la sal, son fácilmente accesibles. Además, los tanques de sal cuentan con una vida útil que triplica la de las soluciones actuales, con una previsión de que se puedan mantener operativas durante 40 años. Otro fuerte estaría en la facilidad de escalar estos sistemas. “Para añadir más capacidad de almacenaje solo hay que agregar tanques de sal y líquido refrigerante», aseguran, antes de añadir otra ventaja: la flexibilidad para la ubicación de los tanques, que podrían instalarse cerca de las fuentes de energía o de los puntos de demanda.
Con estos planes en mente, el próximo paso de Google será lanzar los test de viabilidad comercial de su sistema de almacenamiento de energía renovable. Para ello, en el horizonte cercano está la construcción de un prototipo “suficientemente grande para probar esta tecnología”. Antes de que eso ocurra, desde X están a la búsqueda de socios industriales que contribuyan con Google para que su sistema Malta salte del papel a la realidad.
Más información en X company.
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