Actualizado: 14/03/2021
Conseguir que el hormigón se autorrepare es uno de los galimatías que todavía trata de desentrañar la ciencia. Un paso en esa línea puede haberlo dado un equipo de investigadores que ha comprobado que un tipo de hongo podría rellenar las grietas abiertas que se forman en el hormigón con el paso del tiempo. Además de ser inocuo para el medioambiente, el proceso ayudaría a combatir los gases de efecto invernadero, ya que este hongo elimina dióxido de carbono de la atmósfera.
Es lo que han constatado en el estudio ‘Screening of Fungi for Self-Healing of Concrete Cracks’ (Examen de los hongos para la autorreparación de grietas de cemento) investigadores de la Rutgers University y de la Binghamton University, en New Jersey y Nueva York, respectivamente. Como parte de este trabajo científico, el equipo puso a prueba seis tipos de hongos en otras tantas placas de Petri en las que habían vertido cemento.
Mientras que cinco de los hongos analizados no prosperaron en las condiciones alcalinas del cemento, uno de ellos, conocido como Trichoderma reesei, sí lo hizo incluso a un PH 13, germinando esporas que, precisamente, activan la creación de carbono de calcio para completar los huecos del cemento.
Pese al éxito del estudio, aún queda camino por recorrer antes de confirmar el éxito de este hongo como autorreparador de cemento. Uno de los aspectos que habrá que constatar será si el hormigón, al compactarse, aplastaría las esporas y dinamitaría las virtudes de este planteamiento. “Los investigadores proponen solucionar el problema añadiendo burbujas de aire a la mezcla, pero esto necesita ser investigado más a fondo”, apunta el MIT Technology Review.
Entretanto, el experimento sí ha mostrado las potencialidades de este tipo de hongo para la retención de CO2. La fijación de dióxido de carbono microbiana, afirman los investigadores en este sentido, “ofrece una estrategia barata, de bajo riesgo y sostenible económicamente”, en especial frente a otras alternativas como la retención geológica que, aseguran, presenta riesgo de fugas de CO2.
Pero los resultados de estas pruebas pioneras con los hongos como remedio para las grietas en infraestructuras de cemento van más allá puesto que, como se aprecia en las conclusiones del estudio, los resultados podrían aprovecharse en otros campos. La fijación de iones de metal, para mitigar la contaminación de la tierra y del agua en subsuelo por parte de las industrias de la minería y el metal, o la recuperación mejorada del petróleo son campos en los que estos hongos podrían jugar su papel.
De vuelta al cemento, no son pocos los equipos científicos que, antes que este, se han lanzado a la búsqueda de soluciones para que el cemento se repare a sí mismo. Dar con la tecla es de peso en un momento en el que, en países como la primera potencia del mundo, Estados Unidos, se estima que no abordar el deterioro de carreteras, puentes y aceras puede costar hasta 3.000 millones de euros en negocios perdidos de aquí a 2025, según estimaciones de la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles.
En propuestas como el relleno de hormigón con fibras de polímero se buscó durante mucho tiempo una respuesta a este desafío para la ciencia que, finalmente, tuvo que descartar esta opción por su potencialidad para agudizar la gravedad de las grietas. El paso dado por los investigadores que han puesto el foco de atención sobre los hongos abre una nueva vía de estudio sobre la que seguir trabajando por un hormigón autorreparable.
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