Actualizado: 16/12/2022
¿Y si, en vez de ir a parar al cubo de la basura o, peor, a cualquier rincón poco visible de la calle, las bolsas con excrementos caninos se aprovecharan para alimentar las farolas que iluminan nuestras ciudades? Cansado de ver como la segunda opción se repetía en los alrededores de su vivienda, Brian Harper, de 66 años, acaba de activar la primera farola de Inglaterra que funciona con heces de perro de las que se obtiene metano que permite alimentar el sistema.
Tras años de trabajo sobre esta idea, este vecino de Malvern Hills, en Worcestershire, ha logrado que el diseño único que ya ilumina el exterior de su domicilio dé prácticamente la vuelta al mundo. La innovación no solo está lograda, sino que hace derroche de facilidades para que los dueños de los perros que pasean por la zona se animen a participar en esta iniciativa. Que diez personas lo hagan y depositen una bolsa de papel con las heces de su mascota en el sistema diseñado por Harper se traduce, directamente, en dos horas de alumbrado nocturno.
Para ello, todo lo que hace falta es eso, que los vecinos introduzcan los excrementos de sus perros en el sistema (para lo que Harper ha habilitado hasta un dispensador de bolsas de papel) y, a continuación, hagan rotar una manivela varias veces. Ahí acaba el trabajo de los vecinos y arranca el del equipo. Y es que, con ese gesto, lo que se consigue es que las deposiciones pasen a una cámara biodigestora en la que los microorganismos descomponen las heces.
En cuestión de días, de ese proceso se obtiene el metano que alimenta esta farola que es, además de pionera en sostenibilidad, inteligente. Prueba de ello es que la propia lámpara detecta la ausencia de luz para, en ese preciso momento, acudir al biogás para iluminar una calle que, de un día para otro, se ha puesto en el mapa nacional e internacional.
Tras dar forma a esta farola, para lo que ha recibido apoyo del Malvern Hills Area of Outstanding Natural Beauty (AONB), este británico va a analizar su funcionamiento para ver si es necesario implementar ajustes que mejoren el sistema. Finalizado ese periodo, su objetivo más inmediato es poder extender esta solución a otras áreas de su localidad. Estas farolas “despiertan la imaginación de la gente y les muestra que los excrementos de sus perros tienen un valor”, asegura Harper al diario local Malvern Gazette, en el que expresa otra de sus metas. “Que las autoridades locales y otros organismos a lo largo de Reino Unido se interesen”. Con millones de toneladas de heces caninas, materia prima para iluminar las ciudades de este territorio y de cualquier otro, seguro que no falta.
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