Actualizado: 05/07/2024
Mientras que en los países occidentales se suceden los avances para extender y mejorar el suministro de energía mediante fuentes renovables, en lugares como Sudán del Sur, Burundi, Chad o Liberia, la población con acceso a la electricidad no llega ni al 9%. Para revertir esta situación, en países como la República Democrática del Congo se trabaja en la construcción de la presa más grande del mundo, que incluirá una planta hidroeléctrica de 4.800 MW. Pero, ¿son los macroproyectos la solución para África? Algunos expertos locales opinan que no y señalan a la microgeneración de energía renovable como la salida para las poblaciones que viven todavía sin acceso a este recurso.
Y no son pocas. Según datos del Banco Mundial, mientras que el 85% de la población de todo el planeta tiene acceso a la electricidad, el porcentaje cae en el África Subsahariana hasta el 37’4%. “En solo siete países africanos se alcanzan ratios de acceso a la electricidad por encima del 50%. Además, actualmente hay más de 625 millones de personas viviendo fuera del alcance de las redes de distribución tradicional”.
Benedict Peters, responsable de la energética africana Aiteo Group explica así en un artículo publicado en el Huffington Post la “crisis de infraestructura sin precedentes” que se vive en el continente y que se traduce, entre otros, en falta de electricidad para viviendas, hospitales y escuelas. A esto se suman los riesgos para la salud que enfrentan estas poblaciones al tirar de una de las pocas salidas que les quedan: las lámparas de queroseno.
Pero, ¿cómo está afrontando África esta crisis que, más que económica y energética, es humanitaria? Pues, por ahora, a través de iniciativas excesivamente pequeñas, por ejemplo con lámparas alternativas o, por el contrario, con macroproyectos de enormes dimensiones que, según el experto, no están pensados ni por África, ni para África. “Son soluciones heredadas de cualquier otro lugar del mundo y adecuadas solo para la provisión de energía en otras zonas del planeta”.
En este terreno se situaría la planta hidroeléctrica proyectada en la República Democrática del Congo. Los defensores de la infraestructura ponen el acento en su capacidad futura para producir la electricidad equivalente a 20 plantas nucleares de gran tamaño. Sus detractores lamentan en cambio que vaya a forzar el desplazamiento de decenas de miles de personas, además de impactar en el medioambiente. Pero hay más argumentos por los que los expertos no acaban de ver en este camino el que conducirá a una solución energética para África.
Este tipo de plantas, considera Peters, “necesitan mucho tiempo para ponerse en funcionamiento; cuestan unas cantidades de dinero sorprendentes y -determinante- muy raramente benefician a las poblaciones rurales y a las comunidades más difíciles de alcanzar que son, precisamente, las que más necesitan la electricidad”.
En una dirección radicalmente opuesta se sitúan las iniciativas que apuestan por la microgeneración de energía renovable, en las que este experto ve la respuesta más ajustada a las características y necesidades de la población africana. “La tecnología para crear microrredes, o series de casas o negocios conectados a una pequeña fuente de energía, es cada vez más fácil de implementar y su funcionamiento más fiable”, apunta el experto.
Fomentar estas iniciativas a través de microcreditos, por ejemplo, permitiría agilizar el acceso a la electricidad de comunidades rurales. Estas, además, verían cómo con proyectos para la microgeneración de energía se abaratan los costes para cubrir las necesidades de iluminación, puesto que los sistemas solares fotovoltaicos son más económicos que el queroseno que tanto se emplea en estos países.
Además, si hay algo que no falta en esta zona del mundo es sol como para garantizar el suministro. Con 1. 885 horas de sol al año en Nigeria o 1.739 en la República Democrática del Congo, la fuente de la que obtener energía está más que asegurada. Con esto no solo se avanzaría para quebrar esa brecha que se alza todavía sobre millones de personas, sino que se les ofrecerían más oportunidades para salir adelante. “La correlación entre suministro de electricidad y crecimiento económico es irrefutable”, concluye el experto. Y las estadísticas le dan la razón: el África Subsahariana lidera el ranking de las áreas con menor acceso a la energía y, también, con índices de desarrollo humano más bajos de todo el mundo.
En este sentido hay algunos proyectos muy interesantes, como el proyecto del artista Akon, que quiere hacer lo que nadie ha hecho, proveer de energía solar a 600 millones de africanos.
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