Lejos de ser un concepto abstracto, la movilidad sostenible es un giro que se opera en el día a día, que se nota, y que lo hará aún más con el paso de los años. Aquí mismo, en Francia, los coches de gasolina y diésel dejarán de comercializarse en 2040, medida que también se está planteando en China. Todavía más cerca, en Barcelona, 2019 marcará la salida de sus calles de los vehículos más antiguos y más contaminantes. Al tiempo, en esta y otras ciudades va tomando cuerpo la presencia de medios de transporte más sostenibles, como motos, autobuses urbanos y coches eléctricos, además de ebikes y de bicicletas convencionales. Todo esto es reflejo del tránsito a una movilidad sostenible que es imparable. Repasamos las razones, además de los avances y de algunas de las batallas que quedan por ganar.
Movilidad sostenible: por qué es necesaria.
Aunque los problemas con la calidad del aire en ciudades como Madrid (por no ahondar en los de las grandes urbes chinas o de la India) hablan por sí solos, hacer respirable el aire al que nos exponemos hora a hora y día a día es una de las razones de esta transformación que, obviamente, tiene también entre sus objetivos la búsqueda de un modelo más amigable con el planeta.
“Nuestras calles deben ser seguras y accesibles para cualquiera y nuestro aire tiene que estar limpio y libre de emisiones dañinas”, reafirmaban, al hilo, los firmantes de la Declaración C40 por unas Calles Libres de Combustibles Fósiles. Ratificada por los líderes de doce ciudades de todo el mundo, Barcelona o París entre ellas, la declaración en la que se comprometían a habilitar espacios cero emisiones para 2030 y a adquirir solo autobuses eléctricos a partir de 2025, señalaba más razones por las que la movilidad sostenible es necesaria.
Que los núcleos urbanos, en los que cada vez se va a concentrar un mayor volumen de población, sean más habitables es, sin duda, parte de la esencia de esta transición, que persigue también espacios “más verdes y saludables» en las ciudades.
Medios de transporte limpios.
Para que lo anterior sea posible, son muchas las iniciativas con las que se debe empujar a la vez. Entre ellas, por ejemplo, la propia habilitación de más zonas verdes entre tanto asfalto, o la dotación de carriles bici. La respuesta, por parte de los usuarios, al giro en movilidad, es también indispensable. Y, en este terreno, los cambios se están produciendo.
Una muestra la ofrece la revolución de las bicicletas, que se van posicionando como una de las alternativas más potentes para el transporte urbano, sean estas convencionales o ebikes. De hecho, la fortaleza de esta opción es tal que la proporción de compras de coches y bicicletas se sitúa en un automóvil vendido por cada 60 bicicletas comercializadas, solo en Europa. Por cierto, que su Agencia de Protección Ambiental apunta con rotundidad los beneficios ambientales: un coche emite hasta 40 veces más CO2 que una bici eléctrica.
Otra opción para quienes tengan que realizar desplazamientos más largos son una moto eléctrica o un coche propulsado por este tipo de motor. En este sentido, aunque de forma tímida, el avance se empieza a palpar en España. Así, 2017 acabó con 13.021 vehículos eléctricos e híbridos matriculados. La cifra ilustra un crecimiento importante respecto al año anterior, cuando fueron poco más de 4.600.
Unidades de carga de vehículos eléctricos.
Sin embargo, queda campo para avanzar, puesto que la presencia de vehículos eléctricos en las carreteras españolas está todavía por debajo que en otros países del entorno. En esto, un papel lo juega la disponibilidad de unidades de recarga de coches eléctricos, que debe ampliarse en España y en otras áreas.
Y en ello se está. Un ejemplo procede de las principales fabricantes de vehículos de Europa, que han creado IONITY para desplegar en el continente una red europea para cargar los vehículos eléctricos, paralela a la de Supercargadores de Tesla.
Un asunto que puede inquietar a los conductores y, con ello, frenar su apuesta por la movilidad eléctrica, es desconocer la ubicación de esos puntos de recarga. También en este punto los avances son importantes. Desde www.electromaps.com, por ejemplo, ofrecen información sobre la ubicación de más de 36.400 puntos para cargar vehículos eléctricos, con lo que la incertidumbre se mitiga notablemente.
Batallas por ganar en movilidad sostenible.
Pese a todo, quedan asuntos pendientes en los que progresar, desde la apuesta ciudadana por abrazar medios de transporte más sostenibles, hasta la disponibilidad para quienes lo hagan de opciones atractivas que ya se han abierto camino en otros países.
Un ejemplo sería la tecnología V2G. En marcha en lugares como Dinamarca, esta apuesta incentiva económicamente (con hasta 1.300 euros anuales) a los conductores que conecten su vehículo a la red y lo pongan a disposición de la misma, por ejemplo para picos de demanda. La iniciativa, claro, pasa por el acuerdo con las eléctricas, algo que está por ver que ocurra en España, un país en el que, pese a todo, 95 de cada 100 coches matriculados durante 2017 fueron de gasolina o diésel.
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