Cada vez son más los paneles fotovoltaicos que se envían a reciclar al final de su vida útil. Sin embargo, algunos de ellos son perfectamente funcionales y escapan a la destrucción gracias a la reutilización.
Estos paneles de «segunda vida» cuestan de 3 a 4 veces menos que los modelos nuevos, para un rendimiento casi idéntico. Una buena manera de construir tu propia planta de energía solar a un menor coste, para ti y para el planeta.
El mercado de los paneles solares de «segunda vida» es muy pequeño, por no decir casi inexistente. Hasta ahora, todos los módulos que se enviaban a procesar se trituraban para reciclar sus materias primas. Sin embargo, una parte importante de estos paneles desechados funcionan perfectamente y pueden reutilizarse tal cual, una forma de reciclaje mucho más ecológica que el desmontaje. Algunos son incluso casi nuevos. Pero, ¿por qué se tiran?
Las aseguradoras prefieren sustituir las plantas fotovoltaicas en su totalidad en caso de siniestro, a menudo debido al granizo. Sin embargo, no todos los paneles se dañan de igual forma. El operador de una planta de energía solar también puede decidir optar por nuevos paneles más potentes, aunque los instalados sean perfectamente funcionales.
Ya sean rotos o intactos, con décadas de antigüedad o casi nuevos, todos los paneles se envían a granel a la planta de procesamiento de acuerdo con la normativa. Se manipulan sin cuidado, se almacenan y se transportan como si fueran residuos ordinarios, y suelen llegar al centro de reciclaje dañados, para desgracia de los recicladores.
En el borde de cada panel, el reciclador escribe el nombre del fabricante, la potencia original y la potencia residual. La diferencia suele ser pequeña, a pesar de que algunos paneles llevan varios años en uso. El stock de paneles de segunda vida es actualmente pequeño.
De 3 a 4 veces más barato que un panel solar nuevo.
Algunas empresas están desarrollando canales de «segunda vida» para evitar la destrucción de los paneles solares fotovoltaicos reutilizables.
El proceso debería ser el siguiente: en el flujo de módulos recibidos, se identifica los que parecen buenos y se prueban en un banco de pruebas. Allí, un operario examina el panel en busca de cualquier daño interno que no pueda verse a simple vista. A continuación, un flash simula la radiación solar para determinar su máxima potencia residual. También se deberían realizar varias pruebas eléctricas para garantizar el buen estado del material.
Si el resultado es bueno, el panel se debería poner a la venta a un buen precio, de 3 a 4 veces más barato que uno nuevo.
La demanda es alta y las pequeñas existencias se venden de forma muy rápida. Las empresas de reciclaje tienen una gran oportunidad de crear una nueva línea de negocio con un futuro prometedor por delante, siempre y cuando el proceso sea profesional, ya que los paneles de segunda mano sin control nos pueden dar muchos problemas.
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