Actualizado: 28/08/2019
Mientras Tesla apuesta el todo por el todo a la electricidad para su flota de vehículos, en Europa ha visto la luz el primer modelo de Tesla propulsado por hidrógeno y por baterías convencionales. Y no, no lo ha diseñado la compañía que lidera Elon Musk. Lo ha hecho una empresa holandesa de gas, el Holthausen Group, que ha tuneado un Model S y ha logrado extender su autonomía hasta los 1.000 kilómetros.
Aunque se le ha bautizado como Hesla, la empresa que está detrás de este modelo puntualiza en su cuenta de Twitter: “Es el nombre del proyecto, pero no vamos a usar la marca Hesla para el coche convertido. Simplemente es un Tesla de hidrógeno construido por Holthausen”.
Simplemente, pero tanto a la vez. Porque manteniendo el Model S inalterable en todo lo que se refiere a su equipo eléctrico, la adhesión por parte del grupo holandés de tanques ligeros de hidrógeno y de la infraestructura necesaria para que funcionaran ha multiplicado por dos los kilómetros que puede recorrer este vehículo sin necesidad de recarga.
El trabajo no ha sido fácil, entre otros aspectos por los complejos softwares que emplea Tesla. Esto hizo que lograr que el vehículo tomara energía de una fuente externa fuera todo un reto. «Es un gran laberinto», confirma Max Holthausen, uno de los ingenieros del grupo. Pero, una vez superado, los resultados saltan a la vista, aunque vienen acompañados de trabas. La fundamental, el importante incremento en costes que supone añadir los tanques de hidrógeno.
“En cuánto se eleva el precio depende de las células de hidrógeno que se incorporen”, señala Holthausen antes de admitir que, en el caso de un Model S versión estándar, el precio de adquisición se duplicaría, hasta situarse en el entorno de los 78.000 euros.
Este experimento, realizado sin colaboración ni mediación por parte de Tesla, renueva las expectativas que se pusieron tiempo atrás sobre el hidrógeno para el transporte. Y es que, en la misma línea que las prioridades establecidas por Tesla, en el terreno de los coches la electricidad parece ya situada en una posición de liderazgo.
Sin embargo, los logros del Helsa muestran cómo el hidrógeno como fuente adicional podría acabar con los desafíos sobre la autonomía (o falta de ella) de los coches eléctricos. Más allá de la versión tuneada del Model S, así lo sospechan algunos pesos pesados de la industria como General Motors, que prevé profundizar de aquí a 2023 en el desarrollo de vehículos con batería y células de hidrógeno.
Aunque la tendencia despegue, aún quedarán escollos por delante para que los modelos tipo Hesla se extiendan. La falta de infraestructura adecuada es, sin duda, uno de los principales puesto que, hoy día, este factor hace que la recarga de hidrógeno sea poco menos que un imposible para usuarios particulares.
Deja una respuesta