Actualizado: 05/07/2024
Los ocho estadios de la Copa del Mundo de 2022 en Qatar están climatizados. Por lo que consumen bastante más electricidad que la mayoría de los recintos deportivos del mundo. Pero, ¿cómo se genera la energía en este pequeño país de clima desértico?
El funcionamiento de un estadio no suele ser un gran consumidor de energía. Se supone que la energía que se gasta allí proviene más del fervor de los aficionados que del propio estadio. En el caso de la Copa del Mundo de fútbol de 2022 en Qatar, ocurre lo contrario. En este país de clima desértico, los estadios están totalmente climatizados para mantener una temperatura soportable por el público.
Según France Inter, que ha realizado una pequeña investigación, sólo el estadio Khalifa está equipado con 18 unidades de aire acondicionado que desarrollan una potencia acumulada de unos 190 MW. Dado que Qatar está movilizando 8 sedes deportivas para el Mundial de fútbol de 2022, es probable que la potencia de climatización instalada se acerque a 1,5 GW, el equivalente a un reactor nuclear francés N4.
Estos aparatos de aire acondicionado están conectados a la red eléctrica qatarí, cuyo 99,8% es producido por centrales de gas fósil. Pues este pequeño país de sólo 11.600 km², apenas mayor que Córcega, es el 5ᵉ mayor productor de gas fósil del mundo, por detrás de China, Irán, Rusia y Estados Unidos. Se asienta sobre las 3ᵉ mayores reservas de gas del planeta.
Aunque tiene un potencial solar considerable, con una de las mejores radiaciones anuales del mundo (2.400 kWh/m²), Qatar apenas lo aprovecha. La energía fotovoltaica sólo representa el 0,2% de su producción de electricidad, según el informe BP Statistical review of world energy publicado en 2022.
No hay parques eólicos ni centrales hidroeléctricas. Tampoco tiene una central nuclear, a diferencia de su vecino emiratí, que puso en marcha su primer reactor en el verano de 2022, a unos 100 km de la frontera.
Además, los 2,9 millones de cataríes consumen 47,1 TWh de electricidad al año. Con más de 16 MWh por persona y año, el país es uno de los mayores consumidores de electricidad per cápita. Así, un habitante de Qatar consume 2,3 veces más electricidad que un francés (6,7 MWh/año/habitante).
Esta elevada cifra se debe al uso intensivo del aire acondicionado, tanto en los hogares como en las oficinas y comercios, pero no sólo. La industria del gas, que fabrica fertilizantes y otros productos gaseosos y tiene plantas de licuefacción para exportar gas natural licuado (GNL) por barco, representa el 28% del consumo. El agua potable, obtenida por desalinización del agua de mar, se produce por cogeneración en centrales de gas de ciclo combinado.
Aparte de la electricidad, la energía primaria que se consume en Qatar procede exclusivamente de recursos fósiles: tres cuartas partes del gas y el resto del petróleo, que también se extrae del suelo. Todas las actividades que se realizan en este país, y por tanto el Mundial de fútbol, son por tanto muy emisoras de gases de efecto invernadero. Sin embargo, Qatar no es el único país ultra-carbónico que ha organizado esta competición.
Sudáfrica, que acogió el evento de 2010, es también un gran emisor de CO2, ya que casi el 90% de su producción de electricidad procede de centrales eléctricas de carbón. También fue el caso de Alemania en 2006 y, en menor medida, de Rusia en 2018. Los Mundiales de fútbol más verdes fueron probablemente los organizados por Francia en 1998 y Suecia en 1958.
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