Actualizado: 26/05/2021
Los residentes de Washington «están entusiasmados con la posibilidad de convertirse en un árbol o de tener una alternativa diferente«, dijo el senador estatal Jamie Pedersen.
Normalmente cuando alguien muere, la mayoría son enterrados o incinerados. Washington podría convertirse pronto en el primer estado en permitir otra opción: el compostaje humano.
Recomposición.
Consiste en colocar los cuerpos en un recipiente y acelerar su descomposición en un suelo denso en nutrientes que luego puede ser devuelto a las familias.
Se colocan los restos humanos sin embalsamar envueltos en un sudario en un recipiente cilíndrico de 1,5 por 3 metros con un lecho de material orgánico como astillas de madera, alfalfa y paja. Luego, periódicamente se introduce aire en el recipiente, proporcionando oxígeno para acelerar la actividad microbiana. En aproximadamente un mes, los restos se reducen a casi un metro cúbico de compost que se puede usar para cultivar nuevas plantas.
La seguridad del proceso depende de mantener una temperatura de 55ºC durante 72 horas consecutivas para destruir los patógenos, según Spade. Este calor es generado por los microbios naturales.
El objetivo es tener una forma menos costosa de tratar los restos humanos y que sea más beneficiosa para el medio ambiente que el enterramiento tradicional o la cremación.
Según el senador Pedersen ve la recomposición como un asunto de justicia ambiental y social. Dijo que permitirlo beneficiaría particularmente a las personas que no pueden pagar un funeral o que no se sienten cómodas con la cremación.
Recompose calcula que un entierro de este tipo costaría 5.500 $, mientras que un entierro tradicional generalmente cuesta más de 7.000 $ en EE.UU.
La idea surge de Katrina Spade, una diseñadora de Seattle que comenzó a desarrollar esta idea en 2013, mientras estudiaba su maestría en arquitectura en la Universidad de Massachusetts.
El objetivo inicial de Spade era diseñar un sistema que restaurara la conexión de la gente con la muerte y sus secuelas, que según ella había sido cortada en parte por la industria funeraria. Un amigo la introdujo en la práctica agrícola de compostar el ganado después de su muerte. Llamado compostaje de mortalidad, se ha demostrado que esta práctica evita que los patógenos contaminen la tierra, a la vez que crea un suelo más rico.
Trabajó con investigadores de la Universidad de Carolina y de la Universidad Estatal de Washington para hacer realidad su idea, a la que denominó «recomposición».
La recomposición no es para todos – se sabe que algunos patógenos, como las bacterias que causan el ántrax, sobreviven al compostaje en animales, por lo que la seguridad de la recomposición dependerá de la exclusión de personas con ciertas enfermedades.
Más información: recompose.life
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