Estados Unidos ha instalado baterías con una capacidad de más de 20 gigavatios en la red eléctrica, de los cuales 5 gigavatios se agregaron durante los primeros siete meses de este año.
El impresionante avance del almacenamiento de energía en Estados Unidos y su impacto global
El crecimiento en la capacidad de almacenamiento de energía mediante baterías ha alcanzado cifras sorprendentes en Estados Unidos, superando los estándares previos de generación y almacenamiento energético. En los últimos cuatro años, se ha instalado una capacidad de almacenamiento equivalente a la producción de 20 centrales nucleares. Este logro no solo es un hito en la transición energética, sino que refleja una tendencia hacia soluciones sostenibles, eficientes y económicas.
El auge del almacenamiento de baterías
En los próximos 18 meses, Estados Unidos planea duplicar su capacidad de almacenamiento, añadiendo el equivalente a otras 20 centrales nucleares en baterías. Este ritmo de crecimiento es impulsado por una reducción de aproximadamente 80% en el coste de las baterías en los últimos años. Además, los avances tecnológicos han incrementado su vida útil en un 40 a 50%, haciendo que estas soluciones sean aún más atractivas para gobiernos, empresas y hogares.
El papel de las baterías en el sistema energético
Las baterías han transformado la manera en que se gestiona la energía renovable. Durante los picos de consumo, como los veranos en California, las baterías cargadas con energía solar han permitido evitar apagones y reducir la dependencia de combustibles fósiles. Entre las 18:00 y las 22:00, cuando el sol ya no brilla, estas baterías se convierten en la principal fuente de energía, desplazando a los combustibles fósiles.
Según datos de la Administración de Información Energética de EE.UU., la capacidad total de almacenamiento podría llegar a 40 gigavatios (GW) en 2025, lo que representa una duplicación respecto a los niveles actuales. Esto posiciona al almacenamiento de energía como un pilar clave en la transición hacia una red eléctrica más limpia y resiliente.
El impacto global de la reducción de costes
A nivel mundial, el costo de los paquetes de baterías ha disminuido de 91 dólares por kilovatio-hora (kWh) en 2023 a 53 dólares por kWh en 2024. Empresas líderes como BYD predicen una reducción adicional del 15% para 2025, mientras que proyecciones de Goldman Sachs apuntan a una caída del 50% para 2026. Estos descensos permiten que las baterías sean cada vez más accesibles y competitivas frente a fuentes tradicionales de energía.
Una mirada hacia el futuro: renovables y almacenamiento
Se estima que para 2045, las baterías representarán 40% de la flexibilidad a corto plazo en los sistemas eléctricos del mundo. Esto podría significar el fin de las plantas de generación de energía pico basadas en combustibles fósiles, como el gas y el carbón, que no podrán competir con la eficiencia y el costo decreciente del almacenamiento energético.
La combinación de energía solar y baterías emerge como la solución predominante en muchas regiones. Con más del 90% de la población mundial viviendo en zonas con altos niveles de radiación solar, la integración de sistemas de almacenamiento permite una generación y distribución de energía más estable, incluso en momentos en que el sol no brilla o el viento no sopla.
La paradoja de la energía nuclear
Mientras las energías renovables avanzan, Estados Unidos ha anunciado planes para triplicar su capacidad nuclear mediante la construcción de grandes reactores y reactores modulares pequeños. Sin embargo, este esfuerzo enfrenta críticas debido a su alto coste, complejidad logística y la competencia directa con tecnologías renovables más económicas y flexibles.
El futuro de la energía apunta hacia un sistema basado en fuentes renovables, con almacenamiento eficiente y accesible como eje central. Las inversiones en baterías, acompañadas por la caída en los costos de tecnologías solares y eólicas, están redefiniendo la industria energética y marcando el inicio de una era más sostenible y ecológica. La transición no solo es posible, sino que ya está en marcha, y su éxito dependerá de la continuidad en la innovación, las políticas públicas y el compromiso global hacia un futuro libre de emisiones.
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