Actualizado: 14/07/2021
En la reunión de la Asamblea de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente celebrada en Nairobi, se adoptaron 13 resoluciones que deberían ayudar a prevenir y reducir la contaminación.
Una experanza se abre para la vida terrestre y marina. En la reunión de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA) en Nairobi, organizada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), casi 200 países firmaron compromisos para poner fin a la contaminación. Se trata de un primer paso hacia la adopción de un tratado jurídicamente vinculante, el único documento que puede ofrecer suficientes garantías de aplicación.
Más de 4.000 jefes de Estado, ministros, empresarios, funcionarios de las Naciones Unidas, representantes de la sociedad civil, activistas y celebridades asistieron a la conferencia de tres días de duración, acordando una serie de compromisos y promesas que si se cumplieran podrían mejorar la vida de miles de millones de personas en todo el mundo, limpiando el aire, la tierra y el agua. La Asamblea señaló que la lucha contra la contaminación permitirá a los países contribuir al desarrollo sostenible combatiendo la pobreza, mejorando la salud, creando puestos de trabajo y reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero.
En total, se han adoptado 13 resoluciones y tres decisiones no vinculantes, que abarcan una serie de temas, desde los residuos marinos hasta los microplásticos, desde la prevención y la reducción de la contaminación atmosférica, pasando por la mayor atención a los productos tóxicos en las pinturas y baterías, pasando por la protección de los ecosistemas acuáticos y la protección de la tierra. También hay voluntad de gestionar la contaminación en las zonas afectadas por los conflictos y el terrorismo.
Pero ahora es el momento de concretar: los delegados se han dado 18 meses para poner medidas correctivas: si las actuales tasas de contaminación continuarán, para 2050 habrá más plástico en el mar que peces, centrándose en uno de los efectos más obvios de la actividad humana. Ocho millones de toneladas de desechos plásticos, incluyendo botellas y envases, se vierten en los océanos cada año, resultando en la muerte de un número incalculable de animales que viven en este hábitat y entran en la cadena alimenticia humana.
De acuerdo con la resolución aprobada ayer, los 200 países tendrán que empezar a monitorear la cantidad de plástico que ponen en el océano. Un cálculo complejo que debe ir acompañado de medidas sobre el terreno. Por ejemplo, la prohibición de las bolsas de plástico, que algunos países, incluso en África, están aprobando. Otro gran problema es el desperdicio electrónico: 40 millones de toneladas generadas cada año, con un aumento del 4-5%.
Esperemos que de una vez por todas los gobiernos coordinados a nivel mundial pongan medios para luchar de manera efectiva contra la contaminación.
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