Las moléculas orgánicas redox-activas (ORAM, por sus siglas en inglés) representan un avance significativo en el almacenamiento de energía sostenible y rentable, especialmente en las baterías de flujo orgánicas acuosas (AOFB, por sus siglas en inglés). Estas moléculas son abundantes y diversas, lo que las convierte en candidatas prometedoras para aplicaciones de almacenamiento de energía. No obstante, uno de los mayores desafíos es asegurar su estabilidad durante los procesos de carga y descarga, ya que las reacciones secundarias pueden desactivar estas moléculas y eliminar su actividad redox. La estabilidad al aire también es un problema crucial, dificultando su uso práctico.
Desarrollo de moléculas orgánicas Redox-Activas para baterías de flujo
Recientemente, un grupo de investigación liderado por los profesores LI Xianfeng y ZHANG Changkun del Instituto de Física Química de Dalian (DlCP) de la Academia China de Ciencias (CAS) desarrolló nuevos derivados del naftaleno con hidroxilos activos y estructuras de dimetilamina que se mantienen estables al aire y funcionan como catolitos efectivos para las AOFB. Este estudio, publicado en Nature Sustainability, demuestra que estos novedosos ORAM pueden lograr un ciclo estable a largo plazo incluso en condiciones atmosféricas.
Desafíos y avances en la estabilidad de ORAM
Uno de los principales problemas que enfrentan las ORAM es su inestabilidad y alto costo, especialmente cuando se utilizan sin protección de gas inerte. Esto puede llevar a una pérdida irreversible de capacidad y a una reducción en la vida útil de la batería. Para superar este obstáculo, los investigadores sintetizaron derivados del naftaleno activos utilizando un enfoque escalable que combina métodos químicos y electroquímicos in situ. Este método no solo simplificó el proceso de purificación, sino que también redujo significativamente el costo de la síntesis molecular.
Además, los investigadores observaron cambios específicos en la estructura de los derivados del naftaleno durante el proceso electroquímico. Estos derivados presentan una estructura multisustituida con esqueletos de alquilamina hidrofílicos, lo que no solo protege contra posibles reacciones secundarias, sino que también mejora su solubilidad en electrolitos acuosos.
Rendimiento y escalabilidad de las AOFB basadas en Naftaleno
La AOFB basada en naftaleno, con una concentración de 1,5 mol/L, mostró un rendimiento cíclico estable durante 850 ciclos (aproximadamente 40 días) con una capacidad de 50 Ah/L. De manera notable, incluso con un flujo continuo de aire en el catolito, esta batería pudo funcionar sin problemas durante aproximadamente 600 ciclos (alrededor de 22 días) sin experimentar una disminución en la capacidad ni en la eficiencia, lo que demuestra que el catolito basado en naftaleno posee una excelente estabilidad al aire.
Además, los investigadores escalaron la preparación de los derivados de naftaleno hasta una escala de kilogramos (5 kg por lote). Las pilas de baterías a escala piloto que contenían estos derivados lograron una capacidad media del sistema de aproximadamente 330 Ah, con una estabilidad cíclica notable a lo largo de 270 ciclos (unos 27 días), manteniendo una retención de capacidad del 99,95% por ciclo.
Impacto y futuro de las baterías orgánicas
El estudio realizado por los profesores LI y ZHANG abre un nuevo campo en el diseño de moléculas estables al aire para el almacenamiento de energía electroquímica sostenible. Este avance tiene el potencial de revolucionar el almacenamiento de energía, especialmente en aplicaciones donde la sostenibilidad y la estabilidad son cruciales. La posibilidad de producir estas moléculas a gran escala y su integración en sistemas de baterías podría reducir significativamente los costos de almacenamiento de energía y aumentar la viabilidad de las energías renovables en todo el mundo.
El desarrollo de baterías de flujo con catolitos basados en ORAM que son estables al aire no solo representa un avance tecnológico significativo, sino que también tiene importantes implicaciones ambientales y económicas. Al mejorar la vida útil y reducir los costos de producción, estas innovaciones pueden facilitar la transición hacia un futuro energético más sostenible y menos dependiente de los combustibles fósiles.
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