
El aloe vera, comúnmente conocido como sábila, se utiliza para tratar problemas de la piel, promover el bienestar digestivo y curar heridas. Pero aunque el gel de aloe vera es muy demandado, las cáscaras sobrantes suelen tirarse a la basura, lo que puede suponer millones de toneladas de residuos al año.
Investigadores de Texas han descubierto ahora que estas cáscaras desechadas de las plantas de aloe podrían desempeñar un papel fundamental para ahuyentar a los insectos, convirtiéndose en un potente insecticida natural.
El equipo de investigación está dirigido por el profesor adjunto Debasish Bandyopadhyay, de la Universidad de Texas Rio Grande Valley.
Bandyopadhyay se interesó por primera vez en el uso potencial de las cortezas de aloe como insecticida cuando él y un colega visitaron un centro local de producción de aloe vera. Durante su visita, observó que mientras los insectos causaban estragos en otras plantas, dejaban tranquilas a las hojas de aloe. Esta observación llevó a Bandyopadhyay a llevar algunas cortezas de aloe a su laboratorio para analizarlas químicamente.
Bandyopadhyay y sus colegas secaron primero las cáscaras en la oscuridad a temperatura ambiente soplando aire sobre ellas. Este método se adoptó para mantener inalterada la bioactividad de las cáscaras. A continuación, produjeron varios extractos de las cáscaras con hexano, diclorometano (DCM), metanol y agua.
Anteriormente se había informado de que el extracto de hexano contenía octacosano, un compuesto con conocidas propiedades mosquitocidas. Sin embargo, el análisis posterior del extracto de diclorometano (DCM) realizado por el equipo reveló unas propiedades insecticidas contra las plagas agrícolas muy superiores a las del extracto de hexano.
Mediante cromatografía líquida de alto rendimiento-espectrometría de masas, el equipo de investigación identificó más de 20 compuestos en las cortezas de aloe vera. Muchos de estos compuestos tenían propiedades antibacterianas, antifúngicas u otros beneficios potenciales para la salud. Entre ellos, destacaban seis: octacosanol, subenniatina B, dinoterb, arjungenina, nonadecanona y ácido quiláico, conocidos por sus propiedades insecticidas.
Además, los compuestos identificados no eran tóxicos, lo que significa que la creación de un insecticida a base de piel de aloe no planteaba problemas de seguridad significativos.
Una vez identificados los compuestos insecticidas en las cáscaras de aloe, el siguiente paso de los investigadores será comprobar su eficacia contra las plagas agrícolas en campos reales. El equipo también está estudiando si estos compuestos tienen propiedades antimosquitos y antigarrapatas, lo que podría conducir al desarrollo de un repelente de insectos para uso del consumidor.
«Al crear un insecticida que evite los peligrosos y venenosos productos químicos sintéticos, podemos ayudar al campo agrícola«, afirma Bandyopadhyay en un comunicado. «Pero si las cáscaras muestran una buena actividad antimosquitos o antigarrapatas, también podemos ayudar al público en general«.
Vía www.acs.org
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