Actualizado: 30/06/2022
Si hay algo que he aprendido de leer libros de Dermatología y de seguir a varios expertos y profesionales del cuidado de la piel, es sobre la importancia de llevar protector solar.
Siempre se dice. Lo escuchamos en todas partes. ¿Pero realmente lo hacemos?
La verdad es que… ¡son muy pocas las personas que siguen esta recomendación adecuadamente! Según los dermatólogos, deberíamos incluir un buen protector solar en nuestra rutina diaria todos los días del año, sea verano o sea invierno, salgamos o no de casa.
Adicionalmente, afirman que deberíamos reaplicarnos el protector cada 2-3 horas y después de lavarnos o de sudar la gota gorda en el gimnasio.
Todo esto no solo es CRUCIAL para proteger nuestra piel de los rayos solares y ultravioleta (que pueden provocar manchas en la piel, quemaduras y, en el peor de los casos, melanomas o cáncer de piel). La protección solar también es un gran truco de salud y belleza para mantener la piel sana y mantenerla mejor ante el envejecimiento (prematuro).
Por qué necesitas un protector solar.
Los rayos solares se componen de ondas electromagnéticas que nos proporcionan radiación ultravioleta. Esta radiación, o los famosos rayos UV, son principalmente ondas cortas como las solares, pero están cargadas de aún más energía.
Los rayos UV son capaces de penetrar en las capas más superficiales y profundas de la piel. En poca cantidad, eso es algo bueno, ya que nos ayuda a generar vitamina D para mantenernos sanos y fuertes. Pero si nos pasamos, o tenemos una exposición larga y sin protección, podemos acabar con daños en nuestra piel y en nuestro ADN, aumentando el riesgo de sufrir cáncer de piel.
Es por eso que utilizar un protector solar es de vital importancia.
Tipos de Protector Solar.
Hay dos tipos de protectores solares. Por una parte, tenemos los físicos, que son cremas que nos ponemos en la piel y que actúan como escudo. La capa del producto se mantiene en la piel y hace que los rayos UV reboten gracias a algunos ingredientes bloqueadores como el óxido de zinc.
Por otra parte, tenemos los protectores químicos. Estos son productos que se absorben en la piel y que provocan una reacción química bajo esta cuando entramos en contacto con los rayos UV. En otras palabras: cuando nos da el sol, los rayos UV cambian su composición al penetrar la piel, y se vuelven inofensivos.
Podemos elegir el protector solar que queramos, aunque es conveniente recordar que los protectores químicos necesitan aplicarse con un tiempo de antelación para que se absorba bien y la piel se prepare para hacer toda esa magia química. Los físicos, por otro lado, pueden aplicarse al instante.
El FPS perfecto para tu piel
¿Y qué otras cosas debemos tener en cuenta? Por ejemplo, ¿qué es eso del FPS, o SPF, del que todo el mundo habla?
El FPS es el Factor de Protección Solar que lleva un producto. Lo encontrarás no solo en protectores solares, sino también en cosmética y maquillaje. Normalmente va del 15 al 50, aunque lo mejor es nunca bajar del 30. De hecho, si tienes la piel blanca o con muchas pecas, lo mejor es apostar por un factor 50 e ir a lo seguro.
Según sea nuestra piel, tardamos X minutos en quemarnos o ponernos rojos. El número de FPS que lleva un producto (normalmente del 15 al 50) multiplica esos minutos para alargar el tiempo seguro que podemos estar bajo el sol. Es decir, que si yo normalmente tardo unos 15 minutos en empezar a ponerme roja, y me pongo una crema factor 30, podré estar segura unos 450 minutos (30 x 15).
Hay que ir con cuidado, no obstante, y no confiarse demasiado. 450 minutos equivale a unas 7 horas y media, pero aun así debería reaplicarme el protector solar a las 2-3 horas. ¿Por qué? Bueno, primero porque posiblemente no nos aplicamos una capa lo suficientemente gruesa para pasar esas 7 horas. Segundo, porque cada piel es diferente. La genética, dónde estás, la temperatura que hace, el nivel de melanina que tienes… ¡Todo influye! Por eso, aunque me ponga un factor 30, puede que mi piel pálida, con pecas, y con tendencia a enrojecerse y no a broncearse, necesite reaplicacción cada 3 horas.
Además, al estar en la intemperie, seguramente sudamos o nos tocamos la cara, y eso va debilitando el efecto del protector. Ponte la alarma en el móvil, ¡y no te olvides de reaplicarte crema solar!
Encontrar el protector ideal
Otras cosas que puedes tener en cuenta a la hora de elegir un protector solar es el modo de aplicación. Podemos encontrar protectores en cremas, en barra sólida, en barra líquida, en sprays, en polvos, y mezcladas con cosméticos como maquillaje e hidratantes.
Los sprays son muy convenientes y fáciles de aplicar, especialmente cuando estamos en la playa o en la piscina y tenemos el cuerpo mojado. No obstante, tal y como ocurre con las cremas, tenemos que aplicarnos una capa gruesa y generosa para obtener la máxima protección.
También hay que ir con cuidado con los ingredientes del producto; si podemos permitírnoslo, ¡mejor elegir marcas ecológicas! O, al menos, buscar productos que tengan ingredientes minerales como el óxido de zinc o el dióxido de titanio. Estos son menos irritantes para la piel y menos dañinos al medio ambiente que otros ingredientes como la oxibenzona o el butilparabeno.
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