Actualizado: 06/07/2022
Un nuevo artículo de un equipo internacional de científicos de materiales, sugiere que un material similar al cuero, hecho de biomasa derivada de hongos, tiene el potencial de ser más barato y más sostenible ambientalmente que el cuero animal o sus derivados plásticos.
Durante miles de años los humanos han usado el cuero de animales. Ahora, junto con las crecientes preocupaciones éticas relativas a la ganadería industrial, el coste medioambiental de la producción de cuero se ha convertido en un problema serio. Además del daño medioambiental que supone la cría de ganado, el acto de procesar el cuero requiere grandes volúmenes de productos químicos peligrosos.
Los defensores de los productos más sostenibles han elegido tradicionalmente formas alternativas de cuero no derivadas de animales. Mientras que estos tipos de «textiles veganos» eluden muchos problemas que se encuentran en la producción de cuero tradicional, estos materiales sintéticos tienen sus propios dilemas. Además de depender de químicos tóxicos para su producción, los cueros sintéticos se enfrentan a los mismos problemas no biodegradables que enfrentan la mayoría de los productos plásticos.
Tendemos a pensar que el cuero sintético, a veces conocido como ‘cuero vegano’, es mejor para el medio ambiente. Sin embargo, el cuero tradicional podría ser éticamente cuestionable, y tanto el cuero como los sustitutos del plástico tienen problemas con la sostenibilidad ambiental.
Alexander Bismarck, Universidad de Viena.
La idea de que los hongos se usen como base para la producción de materiales y textiles no es nueva. En la década de 1950 los fabricantes de papel descubrieron un polímero llamado quitina, que se encuentra en las paredes celulares de los hongos, que se podría usar para producir papel de escribir. Más recientemente, estos compuestos derivados de los hongos se han usado para crear de todo, desde materiales de construcción hasta textiles de moda.
El cuero derivado de los hongos es una innovación relativamente nueva. Como saben los aficionados a la micología, los pequeños hongos que vemos brotar del suelo son sólo una pequeña parte de cualquier hongo. Bajo la tierra hay una red de ramas y crecimientos enhebrados conocidos colectivamente como el micelio. Es a partir de esta estructura de micelio que se puede producir el cuero.
En su nuevo artículo, publicado en la revista Nature Sustainability, Bismarck y sus colegas sugieren que los avances en los procesos de fabricación han dado como resultado que el cuero derivado de hongos pueda ahora satisfacer las «expectativas funcionales y estéticas de los consumidores». El artículo argumenta que el cuero derivado de hongos supera los problemas éticos que enfrenta el cuero animal y los problemas ambientales que enfrentan los cueros sintéticos.
Además de ser más sostenible desde el punto de vista medioambiental que el cuero y sus alternativas sintéticas, ya que no dependen de la ganadería o del uso de recursos fósiles, los sustitutos del cuero basados en hongos y biomasa pura también son biodegradables al final de su vida útil y de fabricación barata.
Alexander Bismarck
La ampliación de la producción de cuero con hongos a niveles industriales es quizás uno de los obstáculos que quedan por superar en esta naciente industria. Pero puede que esto no sea un problema por mucho más tiempo. Apenas el año pasado un equipo de Finlandia reveló el desarrollo de lo que afirmaban ser un novedoso proceso industrial que puede aumentar la producción de cuero de hongos.
Bismarck y sus colegas creen que las alternativas de cuero derivado de hongos van a jugar un papel importante en los futuros mercados de tejidos. Es sostenible, barato, ético, biodegradable y respetuoso con el medio ambiente, dice Bismarck.
Los avances sustanciales en los cueros derivados de hongos y el creciente número de empresas que los producen sugieren que este nuevo material desempeñará un papel considerable en el futuro de los tejidos responsables desde el punto de vista ético y ambiental.
Alexander Bismarck
Más información: www.nature.com
Vía: www.imperial.ac.uk
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