Se ha identificado una nueva especie de ballena picuda en una colaboración única entre los conocimientos indígenas y la ciencia occidental.
La nueva especie, anunciada formal y oficialmente en Proceedings of the Royal Society B el mes pasado, recibe el nombre de ballena picuda de Ramari en honor a Ramari Stewart, una experta maorí en ballenas de la etnia Mātauranga que fue fundamental en el descubrimiento. Ramari también significa «acontecimiento raro» en lengua maorí.
Esta especie es notable tanto por sus atributos únicos como por su nombre. No sólo es raro descubrir nuevas especies de ballenas, sino aún más raro nombrarlas con nombres de mujeres y honrar a los pueblos indígenas cuyas costas son visitadas por estas increíbles criaturas.
Regina Asmutis-Silvia, directora ejecutiva de Whale & Dolphin Conservation-North America (WDC-NA).
La historia de la ballena picuda de Ramari comenzó en 2011, cuando una ballena picuda embarazada quedó varada en una playa de Nueva Zelanda. La tribu local Ngāti Māhaki bautizó a la ballena con el nombre de Nihongore, y Stewart ayudó a que se conservara en el Museo Te Papa Tongarewa.
Al principio, los expertos pensaron que Nihongore era una ballena picuda de True. Sin embargo, Stewart miró más de cerca y pensó que eso no encajaba del todo. Trabajó con Emma L. Carroll, de la Universidad de Auckland, para descubrir que los zifios de True del hemisferio sur tienen una genética y una forma de cráneo diferentes a las de los zifios de True del hemisferio norte. Finalmente, los investigadores llegaron a la conclusión de que las ballenas del hemisferio sur eran en realidad una especie diferente.
El nombre científico de la nueva especie, Mesoplodon eueu, también refleja el conocimiento indígena.
‘Eueu’ significa ‘pez grande’ en la lengua kwedam de los pueblos khoisan de Sudáfrica, donde se encontraron otras ballenas que ayudaron a distinguir esta nueva especie.
Los autores del estudio afirmaron que la denominación de la nueva especie podría ser un modelo para futuros descubrimientos.
Nuestra consulta y participación con los pueblos indígenas ofrece un modelo para ampliar el alcance cultural del proceso de denominación científica.
¿Cómo es posible que los científicos sigan descubriendo nuevas especies de animales tan grandes como las ballenas? La razón es, en parte, que la nueva especie vive a casi 2000 metros bajo la superficie del océano y suele alimentarse a profundidades de 1000 metros para evitar a las orcas, un importante depredador.
Los autores del estudio explicaron que, en general, los zifios son difíciles de estudiar porque rara vez salen a la superficie y son difíciles de distinguir cuando lo hacen. También hay muy pocos esqueletos para estudiar. De las 23 especies que figuran en la Lista Roja de la UICN, siete de ellas están catalogadas como «Datos insuficientes».
El descubrimiento es, por tanto, un recordatorio de lo mucho que nos queda por aprender sobre las profundidades del océano.
Las profundidades marinas han sido descritas como la última gran frontera ecológica, ya que gran parte de su biodiversidad está aún por descubrir y describir.
Vía us.whales.org (texto en inglés).
Maria dice
Parece un delfin