Cuando se trata de enfermedades contagiosas, es importante identificar el origen de un brote lo antes posible. En el caso del cólera, un nuevo sensor de inodoros podría ayudar a detectar cuántas personas de una zona determinada sufren uno de los principales síntomas: diarrea.
El prototipo del dispositivo ha sido desarrollado por un equipo del Instituto de Tecnología de Georgia, dirigido por la ingeniera de investigación Maia Gatlin.
Incorpora un micrófono (pero no una cámara) y, bueno… escucha mientras la gente va al baño. Gracias a un algoritmo basado en el aprendizaje automático que se ejecuta en un microprocesador integrado, es capaz de identificar la firma sonora distintiva de los movimientos intestinales sueltos y acuosos asociados a la diarrea.
Gatlin y su equipo entrenaron el algoritmo utilizando muestras de audio de «eventos de excreción» -como micción, defecación normal y diarrea- obtenidas de fuentes online. Cada muestra se transformó en un espectrograma, que es básicamente una representación visual del sonido.
Como ya se sabía que cada muestra de audio era una grabación de un determinado tipo de evento, el algoritmo pudo aprender qué características distintivas del espectrograma acompañaban a cada tipo de excreción. De este modo, cuando se le presentaban posteriormente espectrogramas de otras muestras de audio, el algoritmo era capaz de identificar con precisión los tipos de eventos correspondientes.
Y lo que es más importante, pudo distinguir los espectrogramas de diarrea incluso cuando también se grabaron ruidos de fondo.
Ahora está previsto seguir perfeccionando el algoritmo con grabaciones obtenidas en entornos reales que representen distintos cuartos de baño. En última instancia, las redes de sensores podrían alertar con antelación de brotes de cólera, sobre todo si se utilizan en regiones donde ya se sabe que la enfermedad aparece con cierta regularidad… aunque las aplicaciones potenciales no acaban ahí.
El sensor también podría utilizarse en zonas catastróficas (donde la contaminación del agua provoca la propagación de agentes patógenos transmitidos por el agua), o incluso en residencias de ancianos para controlar automáticamente los movimientos intestinales de los pacientes. Quizá algún día nuestro algoritmo pueda utilizarse con los dispositivos inteligentes existentes en el hogar para controlar los propios movimientos intestinales y la salud.
Maia Gatlin
Gatlin presentó la investigación en la 183ª Reunión de la Sociedad Acústica de América.
Vía www.newswise.com
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