
Los investigadores creen que la fibra forma un gel en el intestino que impide la absorción de los PFAS, similar a cómo bloquea la absorción de los ácidos biliares.
- PFAS = químicos eternos, no se degradan fácilmente.
- Alta fibra = menos PFAS en la sangre.
- Frutas, verduras y avena, claves en la dieta.
- PFOS y PFOA, los más reducidos por la fibra.
- Funciona en adultos y niños.
- Oat β-glucan, eficaz si se consume con comida.
Comer más fibra podría reducir los niveles de químicos eternos PFAS
Una nueva investigación sugiere que una dieta rica en fibra puede ayudar a reducir la cantidad de PFAS (sustancias perfluoroalquiladas) en el organismo. Estas sustancias químicas, también conocidas como «químicos eternos», pueden persistir en el cuerpo humano durante décadas y se han relacionado con enfermedades graves como el cáncer, afecciones renales, inmunodeficiencias, colesterol alto y problemas congénitos.
¿Qué son los PFAS?
Los PFAS son un grupo de aproximadamente 15.000 compuestos químicos sintéticos que se usan ampliamente en productos como espumas contra incendios, utensilios antiadherentes, textiles resistentes al agua y a las manchas, y otros productos de consumo. Su estructura química los hace extremadamente resistentes a la degradación natural, tanto en el cuerpo humano como en el medio ambiente.
¿Cómo actúa la fibra contra los PFAS?
Según los investigadores, las fibras dietéticas gelificantes pueden bloquear la absorción intestinal de PFAS, de manera similar a cómo reducen el colesterol. Este efecto se logra porque la fibra interfiere con la reabsorción de ácidos biliares, que comparten estructura química con los PFAS de cadena larga. Como resultado, más PFAS se eliminan a través de las heces.
Ambos tipos de fibra, soluble e insoluble, son necesarios para este efecto. Una fibra soluble destacada por su eficacia es el β-glucano de avena, siempre que se consuma junto a una comida para coincidir con la producción de bilis.
Resultados prometedores
Los datos analizados revelan que mayores niveles de consumo de frutas, verduras y cereales integrales están asociados con niveles más bajos de PFOS y PFOA en sangre. Estos dos compuestos son de los más comunes y persistentes dentro del grupo de los PFAS.
Además, se observó este efecto en adultos y niños, lo que sugiere que cambiar la dieta puede ser una intervención accesible, económica y segura para reducir la exposición interna a estas sustancias.
Riesgos y contexto global
Estudios de monitoreo ambiental indican que casi toda la población mundial presenta trazas de PFAS en su sangre. Algunos países han comenzado a regular estrictamente su presencia en el agua potable, dado que no existe un nivel seguro de exposición, según agencias como la EPA de Estados Unidos.
Adoptar estrategias nutricionales que reduzcan la carga interna de PFAS no solo protege la salud humana, sino que puede ser una herramienta poderosa de sostenibilidad ambiental. Promover el consumo de alimentos de origen vegetal, locales y sin envases contaminantes, disminuye tanto la producción como la liberación de estos compuestos al ambiente.
Además, al fomentar dietas ricas en fibra, se impulsa una agricultura menos dependiente de productos industriales contaminantes y se reduce la demanda de bienes manufacturados con PFAS, como textiles sintéticos o utensilios tratados. En conjunto, esta estrategia representa un paso concreto hacia un futuro más saludable y libre de químicos eternos como el amianto y los PFAS.
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