Una gran parte del consumo de energía se destina a la calefacción y la refrigeración de viviendas y edificios, por lo que es importante encontrar nuevas formas de regular la temperatura de forma pasiva.
Ingenieros de China y Alemania han desarrollado una nueva espuma a base de madera que puede enfriar drásticamente los edificios, en un grado que puede ajustarse fácilmente.
El aire acondicionado es eficaz, pero no es la forma más ecológica de refrescarse. En los últimos años, los científicos han desarrollado técnicas que no derrochan tanta electricidad, como las pinturas superblancas o los revestimientos de espejo que reflejan la luz solar, y los sistemas de refrigeración radiativa que emiten el calor de un edificio en forma de ondas infrarrojas hacia el cielo, donde pasa directamente a través de la atmósfera y se ventila en el frío del espacio exterior.
Pero la eficiencia de estos sistemas puede variar según las condiciones. Los revestimientos reflectantes, por ejemplo, pueden dejar pasar el calor si hace mucho calor o humedad, mientras que la refrigeración radiativa no funciona tan bien si está nublado. El nivel de refrigeración también puede ser difícil de ajustar.
Ahora, científicos de la Universidad de Gotinga y la Universidad Forestal de Nanjing han creado un nuevo material que, según dicen, resuelve algunos de estos problemas. Se trata básicamente de una sustancia espumosa hecha de madera que refleja la luz solar, actúa como aislante térmico y emite el calor absorbido de nuevo a la atmósfera.
Está hecha de nanocristales de celulosa, conectados con un puente de silano, que luego se liofiliza para formar una espuma blanca y ligera. El producto final refleja el 96% de la luz visible del Sol y emite el 92% de la radiación infrarroja que absorbe.
Para probar la capacidad de refrigeración del material, los investigadores lo colocaron sobre una caja forrada por dentro con papel de aluminio y la sentaron a la luz directa del sol al mediodía. El material mantuvo el interior de la caja a 9,2 °C más frío que el aire del exterior, e incluso en tiempo húmedo mantuvo el interior a 7,4 °C más frío. Los investigadores estiman que, si se amplía para revestir el tejado y las paredes de un edificio, podría reducir las necesidades energéticas de refrigeración en un 35% de media.
Lo más curioso es que la potencia de refrigeración de la espuma disminuía si se comprimía. Esto podría parecer una desventaja, pero el equipo sugiere que comprimir la espuma podría ser una forma útil de ajustar la cantidad de refrigeración según el clima o el entorno.
Los investigadores afirman que la nueva espuma refrigerante podría allanar el camino hacia materiales de regulación térmica que no sólo sean respetuosos con el medio ambiente, sino que también reduzcan el coste de la energía utilizada para la refrigeración.
Vía www.acs.org
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