Joe Biden ha anunciado un plan para renovar la flota de vehículos del gobierno federal de Estados Unidos, sustituyendo los vehículos de combustión interna por vehículos 100% eléctricos.
Fabricado en Estados Unidos. La flota gubernamental de unos 645.000 vehículos se convertirá en eléctrica con una orden ejecutiva que ampliará la «Buy American Act» de 1993, cuyo objetivo es promover la economía interna de Estados Unidos facilitando la compra de productos fabricados en el país.
Biden, de hecho, declaró que se comprarán «vehículos limpios y eléctricos construidos en Estados Unidos por trabajadores estadounidenses» y que esto «creará millones de puestos de trabajo«: algo, hay que decirlo, con lo que Donald Trump estaría de acuerdo.
El anuncio fue acogido con satisfacción por los principales fabricantes estadounidenses, especialmente GM, que ha invertido mucho en la electrificación de sus modelos.
Herbert Diess, consejero delegado del Grupo Volkswagen, también ha mostrado su interés en la iniciativa, postulando el Volkswagen ID.4, que a partir de 2022 también se producirá en Chattanooga, Tennessee.
Cambio de rumbo. La orden ejecutiva de Biden llega junto a la revisión de las normas establecidas por Trump en relación al consumo de combustible y las emisiones de CO2, flexibilizadas en comparación con los parámetros establecidos por la administración Obama.
Además, el nuevo presidente ha decidido la vuelta de Estados Unidos a los acuerdos climáticos de París y se ha comprometido a facilitar la movilidad eléctrica mediante la inversión en infraestructuras de recarga y la introducción de nuevos créditos fiscales para la compra de vehículos con batería, así como para los fabricantes que pretendan modernizar sus fábricas.
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