Actualizado: 14/07/2023
Con el surgimiento de grandes campañas para mostrar los efectos del calentamiento global, que además aspiran a actuar contra este fenómeno y prevenir un mayor deterioro de nuestro planeta, ha surgido la tendencia a lo verde en todos los ámbitos, tanto en prácticas domésticas como en las grandes industrias.
Pero aplicar normativas para evitar emanar gases tóxicos, contaminar aguas, o no hacer un uso excesivo de recursos naturales puede no ser tan viable desde el punto de vista económico para las empresas hoy día, o eso piensan ellas.
Implica cambiar prácticas que resultan agresivas para el medio ambiente, hacer cambio de maquinarias u otras variaciones que requieren de una inversión de dinero, y en muchos casos de esfuerzo y tiempo, que no todos están dispuestos a hacer. Por estas razones, ha cobrado vida el ejercicio del greenwashing.
El greenwashing es la estrategia publicitaria que usan algunas empresas para dar a conocer sus productos o procesos de elaboración, de una forma en que parezca que no dañan al medio ambiente.
Esto no significa que sus artículos o sus medios de producción sean realmente sostenibles, de hecho, el término se usa para designar al engaño que intentan hacer esas compañías.
¿Por qué nace el greenwashing?
Hay dos razones por las que esta práctica ha cobrado vida, primero está que la sociedad se ha vuelto mucho más consciente de efectos como el calentamiento global, y en consecuencia ha adoptado hábitos para evitar la contaminación en todas sus formas. Lo segundo, y está muy vinculado con la razón anterior, es que los productos en cuyo proceso sí se adoptaron técnicas que favorecen al medio ambiente, tienen una mejor acogida por el público.
¿Cómo se logra el greenwashing?
Son muchas las maniobras que utilizan las compañías para que sus productos sean ecológicos al menos de forma, porque de fondo son en gran medida contaminantes y tóxicos. Algunos de los engaños con los que tratan de encubrir la información verdadera sobre sus procesos de manufactura y sus productos finales son:
- Mienten en la promoción del bien. Indican en las etiquetas que son 100% ecológicos, o que se utilizó material reciclable para su fabricación, pero esa información contrasta con la realidad.
- Se identifican como responsables con el medio ambiente dando a conocer un dato “amigable”. No obstante, este resulta insignificante con respecto a otros que terminan siendo muy dañinos.
- Afirman que cuentan con alguna certificación que los ratifica como ecológicos, pero esta nunca se hace pública.
- Se describen con un dato genérico, como afirmar que su mercancía es totalmente orgánica. Este dato es muy ambiguo porque no expresa porcentajes reales extraídos del proceso de realización del producto o del mismo producto final.
Los hábitos verdes no son nada nuevo para nuestra sociedad, y quizás las estafas ecológicas tampoco lo sean, por esa razón es importante que ante una publicidad sospechosa se pregunte qué hay detrás de las vistosas etiquetas que anuncian innovadoras técnicas de producción sostenible o artículos de origen natural.
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