Actualizado: 21/11/2024
La limpieza es un componente imprescindible para garantizar la higiene y la salubridad en cualquier hogar, pero ¿alguna vez te has parado a pensar en las repercusiones que los productos de limpieza habituales tienen en el medioambiente? Un producto que está revolucionando la forma en que cuidamos nuestra casa y el entorno es la lejía en pastillas. Aunque puede parecer un avance simple, la realidad es que estas pastillas de lejía están transformando la manera en que realizamos las labores de limpieza, intentando llevarla a cabo de manera más sostenible y eficiente. ¿Todavía no conoces este producto? Aquí te contamos todas tus ventajas.
¿Qué es la lejía en pastillas?
La lejía en pastillas es una forma concentrada y sólida de hipoclorito sódico, diseñada para liberar el compuesto activo al disolverse en agua. La fabricación de lejía en pastillas implica la deshidratación controlada del hipoclorito sódico hasta obtener un polvo concentrado. Este se mezcla con estabilizantes y agentes compactantes, luego se prensa en moldes específicos para formar pastillas sólidas. Finalmente, se envasa en condiciones seguras para garantizar su estabilidad y efectividad en su uso posterior.
Reducción del uso de plásticos y menos emisiones
A diferencia de la lejía líquida convencional, las pastillas de lejía fabricadas ORACHE DESINFECTION,empresa dedicada a la fabricación de productos para la desinfección en pastillas, son un producto compacto que ocupa mucho menos espacio que un litro de lejía, pero con la misma potencia de desinfección, lo que tiene un impacto directo en la reducción del uso de plástico.
Al no depender de botellas grandes de plástico para su almacenamiento y transporte, se minimizan los residuos plásticos que terminan en vertederos y océanos. Las pastillas de lejía, al venir en envases más pequeños o incluso en formatos biodegradables de cartón y otros materiales, representan un paso hacia adelante en la lucha contra las toneladas de plástico terminan en vertederos y mares, causando estragos en la vida marina y afectando la biodiversidad. Con esta medida, se da un respiro al planeta, evitando la acumulación de desechos y promoviendo el uso de recursos renovables.
Del mismo modo, las pastillas de lejía requieren menos espacio tanto en los hogares como en las estanterías de las tiendas, por lo que en el proceso de distribución, se optimiza el uso de espacio y se reducen las emisiones de CO₂ asociadas al transporte. Al fin y al cabo, un camión puede transportar muchas más pastillas que botellas de lejía líquida, reduciendo así los viajes y, en consecuencia, las emisiones contaminantes.
Uso eficiente del agua y la reducción de residuos
Otro aspecto importante de la lejía en pastillas es su contribución al uso eficiente del agua. En la fabricación de la lejía líquida, una parte importante del contenido es agua, lo que significa un desperdicio de este recurso vital en el proceso de producción y transporte. Las pastillas, en cambio, se comercializan en forma deshidratada y solo requieren agua en el momento de su uso, evitando así el transporte innecesario de grandes volúmenes de agua y contribuyendo a una gestión más inteligente de este recurso.
Por otro lado, la lejía líquida tradicional puede derramarse con facilidad, lo que genera no solo pérdidas sino también residuos que terminan en desagües y ríos, afectando la calidad del agua y la vida acuática. Las pastillas, en cambio, son mucho más manejables y reducen al mínimo el riesgo de vertidos accidentales. Esta forma de presentación ayuda a proteger los ecosistemas y garantiza un uso más controlado y seguro del producto, sin preocupaciones por goteos o derrames.
Almacenamiento y durabilidad: beneficios ambientales
Un punto que a menudo se valora poco es la durabilidad de los productos. Las pastillas de lejía, al no ser líquidas, tienen una vida útil mucho más prolongada, mientras que la lejía líquida empieza a degradarse alrededor de seis meses después de que la compres. Además, la forma en la que se almacenan facilita que puedan guardarse en espacios más pequeños, lo que favorece tanto al consumidor como al medioambiente.
El hecho de que las pastillas tengan una fecha de caducidad más extensa también implica una menor producción a lo largo del tiempo, ya que el consumidor necesita reponerlas con menos frecuencia. Esto impacta positivamente en la cadena de suministro, permitiendo un ahorro considerable en materias primas y energía. Cuanto menor es la necesidad de producir, menor es el impacto ambiental.
Más seguridad y uso responsable
Otro de los beneficios que aporta la lejía en pastillas es su seguridad en el uso y almacenamiento. La forma sólida de las pastillas reduce la exposición a vapores y derrames accidentales, protegiendo tanto a las personas como al entorno. A diferencia de la lejía líquida, que puede emitir gases que afectan la calidad del aire en espacios cerrados, las pastillas mantienen sus propiedades químicas estables hasta el momento de su uso, lo que las convierte en una opción más segura y controlada.
Además, el uso de lejía en pastillas minimiza la posibilidad de sufrir accidentes durante su uso: atrás quedan las salpicaduras y quemaduras peligrosas en la piel y en los ojos que se pueden producir con la lejía líquida.
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