La nueva tecnología de biorreactores, pendiente de patente, limpia las aguas residuales y produce hidrógeno adicional, cerrando el ciclo energético, y está previsto que, con el tiempo, sea incluso negativo en carbono.
Cuando las plantas mueren, a lo largo de un proceso de un millón de años, se convierten en petróleo. Es el material que hemos estado bombeando del suelo durante más de cien años y el principal contribuyente al actual cambio climático.
Un biorreactor acelera este proceso.
En un extremo se introduce material vegetal y en el otro se obtiene biocombustible para alimentar aviones y barcos. El biocombustible es considerado neutro en carbono por muchos científicos, aunque no por todos.
Sea como fuere, la creación de biocombustible a partir de material vegetal y de aguas residuales requiere un gran consumo de energía, y ha sido difícil cerrar el «ciclo de la energía limpia». Además, el propio proceso de creación de biocombustibles también produce dióxido de carbono.
Un nuevo invento pendiente de patente de la tecnología del PNNL, que opera desde Washington, está destinado a remediarlo.
El laboratorio ha conseguido utilizar los residuos de carbono para generar hidrógeno. Y lo mejor es que este hidrógeno se utiliza para alimentar los procesos del biorreactor.
Así que, básicamente, el biorreactor hace tres cosas, y dos de ellas son nuevas en la tecnología de biorreactores.
Producir biocombustible.
Eso es lo que hacen los biorreactores. Pero también limpia las aguas residuales, dando lugar a agua limpia que puede utilizarse en la agricultura, por ejemplo.
Y produce hidrógeno para alimentar sus procesos. Con el tiempo, los investigadores creen que pueden hacer que todo el proceso sea negativo en carbono.
Otro aspecto fundamental del nuevo invento es que utiliza hasta 1.000 veces menos metales de tierras raras que en procesos similares, por lo que es una ventaja para todos.
Vía www.pnnl.gov
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