Actualizado: 14/07/2021
Este plástico biodegradable se puede utilizar para el empaquetado por la industria alimentaria y en la bioingeniería.
Según datos de IBGE, Brasil es uno de los mayores productores de mango del mundo, con una producción de más de 1 millón toneladas al año. En el procesamiento industrial de la pulpa y los zumos se desecha la semilla, que es entre 40% y 60% de su volumen. El equipo de investigación de EMBRAPA Agri-Food (RJ) ha creado un proyecto destinado a buscar alternativas para reutilizarlos, con el objetivo de generar una tecnología que pueda ser aplicada a la industria.
Los primeros resultados, después de tres años de trabajo, fueron el desarrollo de un tipo de plástico biodegradable, hecho de la semilla de mango mezclada con un biopolímero natural, el PHBV, que puede usarse en la industria alimenticia, en la composición de envases, e incluso en el sector Médico para componer la matriz ósea. Este es el primer paso hacia el desarrollo de un plástico biodegradable comercial que utiliza un residuo de materia prima de la industria alimenticia.
Los investigadores probaron, en diferentes concentraciones, el uso de residuos de procesamiento del mango como un fortalecimiento de biocompuestos biodegradables utilizando el PHBV en moldeo por compresión. La adición del polvo de almendras a la semilla de mango ha desarrollado una nueva estructura en el polímero.
«Los resultados indican que la fabricación de biocompuestos puede ser una estrategia para la reutilización de este producto agroindustrial.» Destaca la profesora e investigadora Rossana Thiré.
Durante más de quince años, la investigadora y su equipo desarrollan investigaciones con polímeros de matrices orgánicas en la industria alimentaria (envasado de alimentos, películas de protección de alimentos, tazas y cubiertos) y bioingeniería (matriz ósea, hilo de sutura de la piel, moldes biocompatibles).
«Debido a su abundancia y renovación, el uso de residuos agrícolas como materias primas es ventajoso para la economía, el medio ambiente y la tecnología, debido a su baja demanda de energía de fabricación, bajas emisiones de CO2 y alto nivel de biodegradabilidad, en comparación con los compuestos de polímeros reforzados en empastes inorgánicos». «Pero es un hecho que los biopolímeros naturales son aún hasta 12 veces más caros que los polímeros generados con petróleo, pero a su favor tienen que tardan unos dos meses en descomponerse en el medio ambiente. Este coste adicional debe ser pagado para evitar que toneladas de plásticos tradicionales contaminen durante más de un siglo».
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