Cualquier persona en un estado físico y mental normal puede llevar un huerto. No hace falta ser un superdotado de la salud, ni un genio inteligentísimo, para llevar con éxito un huerto, pero si requiere una buena salud y un buen aguante físico.
Aguante físico para trabajar a la intemperie, a veces con fríos intensos y otras con calores extremos, y para realizar labores que requieren una fortaleza muy normal y asequible, tanto para hombres como para mujeres. Las hortelanas pueden realizar sus labores del huerto con verdadera maestría y amoroso encanto, y sus plantas crecen tanto o más que las de cualquiera.
En cuanto a la aptitud mental, es bueno tener buena memoria, una gran disposición de organización y planificación de los proyectos, de los objetivos y del trabajo a seguir, su porqué y su cómo quiero realizarlos.
Además, según vamos trabajando el huerto, cada vez estamos más capacitados, tanto física como mentalmente; iremos adquiriendo fortaleza y dominio de las herramientas, y al mismo tiempo más capacidad de organización y memoria. Y muy importante; nuestra visión sobre la naturaleza, la vida y el mundo que nos toca habitar cambiarán susceptiblemente, enriqueciéndonos en nuestro propio concepto de ser y estar, aquí y ahora.
Así que el huerto puede ser para todo aquel o aquella que le guste y disfrute con la naturaleza, y de su contacto directo con ella, que sientan gran amor por ella y sus procesos vegetativos, que estén expectantes de asombro de cómo es y se desarrolla una planta. Hay personas que necesitan estar rodeadas de naturaleza, plantas, árboles y animales de todo tipo, para ser felices.
Para todo aquel o aquella con cierta dosis de curiosidad, paciencia y ganas de trabajar. No hace falta ser una hormiguita sin parar de trabajar desde que sale el sol hasta que se pone, pero si habrá que desarrollar una disponibilidad para realizar sin demora ciertas labores importantes o vitales para el perfecto desarrollo del cultivo, y no fracasar por vaguería o dejadez; a la larga, puede ser muy frustrante, ver que no somos capaces de dar ese poco que te pide el huerto, así que decepciones las justas y nunca por nuestra causa.
Para todo aquel o aquella con una mente analítica, especuladora y con afán de investigación, que pueda llevar a cabo un proceso de trabajo organizado por si mismo, para llegar a unos objetivos planificados.
Y por supuesto, para todo aquel o aquella capaz de afrontar una preciosa aventura, un tesoro vivencial, y capaz de aprender sobre la propia experimentación, sobre los ciclos naturales, la propia naturaleza y su climatología. Pero sobre todo capaz de aprender de uno mismo y de la propia sensibilidad del aquí y ahora de la vida, y del mundo o medio que nos rodea.
Todo esto y mucho más lo adquiriréis trabajando en vuestro propio huerto.
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