Actualizado: 22/09/2022
Jerónimo Segura dejó su trabajo como economista jefe y profesor asistente en la Universidad de Wisconsin en 2018 porque no era feliz. Se imaginó en algún trabajo de consultoría. Pero descubrió que tenía mucho tiempo libre cuando los niños estaban en la escuela o durmiendo. Empezó a llenar ese tiempo intentando cultivar hongos. Calculó cuánto gastaba su familia en champiñones a la semana, y pensó que podría tratar de cultivar los suyos por diversión.
Comenzó a investigar online cómo cultivar hongos que crecen en el estiércol.
Me encontré saliendo y buscando estiércol de nuestros pollos para hacer este abono en el que se suponía que estas cosas iban a crecer, pero nunca crecieron. Sólo seguí cultivando moho.
Cuando ese experimento fracasó, se alejó de los foros en Internet y comenzó a buscar en la literatura académica para obtener mejores consejos. Se encontró con una forma sostenible para cultivar hongos usada en los países en desarrollo.
Personas en todo el mundo están cultivando champiñones en algunas de las condiciones más locas. En el sudeste asiático, los cultivan en chozas de bambú. Pensé que si pueden cultivar en condiciones socioeconómicas difíciles que no son necesariamente muy limpias, yo podría tener la oportunidad de hacerlo aquí.
Este proceso implicaba un método de pasteurización con cal, en lugar de una esterilización por vapor. Segura sabía que esto último no sería una opción asequible para él, ya que un laboratorio podría costar decenas de miles de dólares. Comenzó a usar el método de pasteurización en frío con cal para cultivar hongos ostra en pellets de madera con aserrín (y no en estiércol).
En sus primeros meses, dice que entre el 80 y el 90 % de las esporas que sembraba fallaban. Pero ahora, comenta, el 98 % de ellas han tenido éxito.
Segura comenzó a compartir fotos de sus hongos en Facebook, y pronto la gente empezó a preguntarle si podían comprárselos. Más y más clientes, y lo que empezó como un pasatiempo en su sótano se convirtió rápidamente en una próspera empresa local: Segura & Sons Mushroom Farm. Segura vende champiñones a familias a través de un CSA a restaurantes locales, así como en la tienda de su esposa.
Cuando comenzó esta aventura, Segura afirma que nunca se hubiera imaginado que se convertiría en una empresa comercial viable. Ni siquiera sabía si había un mercado de hongos en Wisconsin. Pero había, y ahora se le conoce como «el hombre hongo» en la ciudad.
De repente, cuando la gente me conocía como este economista, ahora hablan de mí como el hombre hongo. No creí que iba a tener éxito cultivando hongos, mucho menos con una granja de hongos.
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