Las diferentes normativas que limitan las emisiones de los vehículos ha traído consigo el fin generalizado de los grandes motores. Pero Yamaha tiene un plan para su supervivencia. Con motivo de la última prueba del campeonato Super Taikyu en Okayama, Yamaha ha expuesto un prototipo V8 alimentado directamente por hidrógeno en lugar de gasolina.
El nuevo motor de Yamaha está basado en el Toyota 2UR que Lexus usa en el coupé RC-F, tiene cinco litros de cilindrada y puede llegar hasta 442 CV de potencia a 6.800 rpm.
Pensado para la competición.
A primera vista, las imágenes muestran una construcción meticulosamente cuidada, como demuestra el trabajo de los colectores de escape. Estos tienen la misma longitud para todos los conductos que salen de ambas culatas, haciendo que el agua expulsada recorra la misma distancia desde cada uno de los cilindros y con la misma velocidad. De este modo, se consigue extraer la máxima potencia posible.
El uso de hidrógeno en una mezcla pobre mantiene la entrega de sus 500 Nm de par máximo en un amplio rango de revoluciones, que va desde las 2.000 hasta las 6.500 rpm.
Este motor es la continuación del acuerdo que Yamaha ha firmado con Toyota, Mazda, Subaru y Kawasaki para promover la competición con energías alternativas. Por ello, no sería extraño encontrarlo en el futuro en un prototipo del campeonato japonés de Super GT o incluso bajo el capó de un superdeportivo de calle.
Pero para ello primero deberán encontrar la forma de superar los inconvenientes actuales de este tipo de motores, como el voluminoso almacenamiento de hidrógeno o la menor eficiencia de esta combustión en comparación con la pila de combustible . Problemas que ya afectan al Corolla que conduce el propio Akio Toyoda en las carreras oficiales.
El desarrollo de este V8 no es, ni mucho menos, la primera incursión en los coches de este fabricante. Además de sus éxitos sobre dos ruedas, muchos equipos y fabricantes han recurrido a Yamaha a lo largo de los años.
La propia Toyota confió en ellos para el motor del 2000 GT de 1967, así como el V10 que daría al Lexus LFA su característico sonido cercano a la Fórmula 1. También diseñó y construyó para Volvo uno de los V8 más pequeños del mundo, el que se usó en la primera generación del XC90.
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