Actualizado: 05/07/2024
Los insectos complementan el menú de unos 2 billones de personas en diferentes países del mundo, la mayoría en Asia, África y América Latina, y ha sido parte de nuestra dieta desde hace siglos. Sin embargo, hace poco tiempo la entomofagia ha atraído la atención de los medios de comunicación, instituciones de investigación, chefs y otros miembros de la industria alimentaria, así como los legisladores y las agencias reguladoras.
El programa de insectos comestibles de la FAO (organización de agricultura y alimentos de las Naciones Unidas) también ha examinado el potencial de arácnidos (arañas y escorpiones) para fabricar piensos para la alimentación.
Una vez más hablando de independencia y la soberanía alimentaria, es decir, «el derecho de cada nación a mantener y desarrollar su alimento, teniendo en cuenta la diversidad cultural y productivo», los insectos comestibles son también una opción de alimentación y de ingresos para muchas comunidades.
¿Qué es la entomofagia?
La entomofagia hace referencia al consumo de insectos como fuente de nutrición para los humanos. Si bien es una práctica global, es particularmente popular en regiones tropicales donde se consumen más de 2.000 especies diferentes. Entre las especies más populares encontramos a los escarabajos, mariposas, avispas, grillos, saltamontes, chinches y libélulas. Curiosamente, muchas veces se prefieren las etapas larvales, como las orugas, en lugar del insecto adulto.
Entomofagia: ventajas.
Los insectos son mucho más eficientes que el ganado convencional en convertir el alimento en peso corporal comestible. Además, la cría de insectos genera menos emisiones de gases de efecto invernadero y requiere menos agua y tierra. Frente al problema creciente de la producción de carne, que se espera duplique para 2050, la entomofagia surge como una alternativa sostenible.
Ventajas medioambientales.
Tienen altas tasas de eficiencia de conversión alimenticia por el hecho de que son animales de sangre fría. Por ejemplo, los grillos necesitan seis veces menos comida que el ganado, cuatro veces menos que las ovejas y dos veces menos que cerdos y pollos de engorde para producir la misma cantidad de proteína. Se alimentan de residuos orgánicos, como restos de comida y abono, que pueden convertirlos en proteínas de alta calidad, incluyendo para el uso en la alimentación animal. Producir insectos emite menos gases de efecto invernadero y usa mucha menos agua y terreno que la ganadería convencional.
Ventajas para la salud.
Los insectos son fuentes de proteínas de alta calidad, ácidos grasos, vitaminas y micronutrientes (como hierro, magnesio, manganeso, fósforo, selenio y zinc). La proteína y la concentración de lípidos de muchos insectos es superior a la de las vacas, cerdos y pollos. También se consideran animales de bajo riesgo en relación con las zoonosis (enfermedades transmitidas de animales a los seres humanos).
Ventajas sociales.
La producción de insectos puede ser una estrategia para diversificar los medios de subsistencia en el futuro. Además de mejorar directamente la alimentación, esta actividad pueden servir como una opción de ingresos mediante la venta de excedentes de la producción. También pueden realzar acciones empresariales, ya sea en las economías desarrolladas en transición o en desarrollo. El proceso de producción de insectos para el alimento humano o animal es algo que puede hacerse con relativa facilidad. Pueden consumir los adultos y los pequeños, de diferentes maneras, algunos enteros, otros transformados en pasta o molidos como harina, fritos, escalfados, horneados, y además de estas opciones, también existe la posibilidad de la extracción de la proteína y la producción de otros ingredientes.
Valor nutricional de los insectos.
El perfil nutricional de los insectos puede variar según su especie y cómo se procesen. Sin embargo, en general, son una excelente fuente de energía, proteínas, ácidos grasos esenciales y micronutrientes. Por ejemplo, algunos insectos, como las orugas de mopane y los grillos, son ricos en hierro, esencial para combatir anemias.
Entomofagia: especies de insectos comestibles.
El grupo más grande es el de los escarabajos (Coleoptera) (31%), seguidos por las polillas y mariposas (Lepidoptera) (18%) y las abejas, avispas y hormigas (Hymenoptera) (14%). Éstos seguidos por saltamontes, esperanzas de grillos (Orthoptera) (13%), las cigarras, chicharritas, cochinillas y chinches (Hemiptera) (10%), termitas (isopteras) (3%), libélulas (Odonata) (3%), moscas (Diptera) (2%) y otras órdenes (5%).
A pesar de los beneficios conocidos, la aversión a los insectos comestibles es grande, ya que el fenómeno es visto como una práctica de los pueblos primitivos.
Es curioso que la ingesta de invertebrados (langostas, cangrejos, camarones, ostras, calamares, etc.) se considera como un rico alimento en nuestra dieta, mientras que el consumo de insectos, invertebrados, es visto con reservas por la mayoría de la población.
La Entomofagia todavía tiene otras limitaciones: muchas de las investigaciones están en progreso o paradas bien por la búsqueda de información sobre seguridad alimentaria o por la falta de inversiones, legislación y regulación de la producción y venta de insectos para consumo humano y animal.
Pero cada día se tiene más información, y la gente empieza a ver la idea de introducir los insectos en nuestra alimentación, como fuente nutricional, una alternativa contra la desnutrición en muchas partes del mundo; un alimento abundante y barato.
El interés del sector académico crece por todo el mundo. Los investigadores trabajan con el uso de insectos como alimento para peces ornamentales como para el consumo humano. Se han comenzado investigaciones relacionadas con el desarrollo de espacios optimizados para la cría de insectos en cautividad, lo que podría aumentar su potencial como alimento funcional (ácidos grasos poliinsaturados, minerales, etc.).
En el mundo existen aproximadamente 2 billones personas que practican la Entomofagia. Y las iniciativas como la de FAO, para estimular la investigación y el uso de insectos como alimento, trata de ayudar a aumentar ese número.
El experto brasileño Gilberto Schickler, nos cuenta que la Entomofagia es una práctica que puede aumentar significativamente la producción de proteína animal en el mundo. La FAO augura un mercado prometedor para los insectos dentro de 3 a 4 décadas, la producción de insectos comestibles será una actividad con mucho futuro en la agroindustria. El consumo de insectos asegura las posibilidades de supervivencia de un parte de la población en el planeta. Hoy en día dependemos de unos 20 tipos de carnes. Con insectos las posibilidades se elevan a 2000! Son 2000 nuevas materias primas.
La cría de insectos
A medida que crece la demanda de insectos comestibles, se hace esencial una cría sostenible. En países tropicales, suelen ser recolectados directamente de la naturaleza. No obstante, en lugares como Tailandia ya se han establecido granjas de cría de insectos, mientras que en el mundo occidental su cría se ha orientado más hacia la alimentación de mascotas.
Seguridad y regulación
Como con cualquier otro alimento, los insectos están sujetos a normativas de seguridad. Aunque sus patógenos suelen ser inofensivos para los humanos, hay preocupaciones como las alergias. Es importante que los insectos sean producidos de forma higiénica y que pasen por procesos que garantizen su inocuidad.
Gastronomía y aceptación cultural
Uno de los principales retos de la entomofagia, especialmente en Occidente, es hacer que los insectos resulten atractivos al paladar. Aunque destacar sus beneficios nutricionales y medioambientales es vital, la verdadera aceptación vendrá cuando se logre un sabor y textura agradables. El conocimiento y la educación son clave, y existen recetarios que pueden ayudar a introducir a los consumidores en este mundo.
Con todo, la entomofagia no es solo una tradición ancestral, sino una propuesta contemporánea que podría ayudarnos a enfrentar los desafíos alimentarios y medioambientales de nuestro tiempo.
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