Actualizado: 08/07/2022
Científicos del Laboratorio Federal Suizo de Ciencia y Tecnología de los Materiales (EMPA) usaron una impresora 3D para fabricar una batería hecha de carbono, celulosa, glicerina y sal de mesa.
Los investigadores combinaron todos los ingredientes en una tinta gelatinosa que se descargó desde la impresora en cuatro capas que forman la batería.
El prototipo puede almacenar la energía suficiente para hacer funcionar un reloj digital durante varias horas, según explica la EMPA. También es lo suficientemente robusta como para soportar miles de cargas, el almacenamiento en temperaturas de congelación y se describe como resistente a la presión y los golpes.
Lo mejor de todo es que, cuando ya no lo necesites, puedes tirarla a tu pila de compost o simplemente dejarla en la naturaleza. Al cabo de dos meses, el condensador se habrá desintegrado, dejando sólo unas pocas partículas de carbono visibles.
Uno de los posibles usos de estas baterías es alimentar componentes del Internet de las Cosas (IoT), como sensores o microtransmisores. Estos sistemas tienen diversos usos, como la logística, la agricultura o la vigilancia del medio ambiente.
El equipo de la EMPA también espera que aumente la demanda de microdispositivos electrónicos en el sector sanitario. «Entre ellos se encuentran los pequeños dispositivos de prueba para su uso a pie de cama o los dispositivos de autodiagnóstico para diabéticos«.
El carácter biodegradable del invento también resolvería el problema medioambiental que plantean las pilas, que filtran material peligroso al suelo y a los sistemas de agua si no se eliminan adecuadamente.
Otros equipos de investigación de todo el mundo también están explorando formas de producir baterías biodegradables y ya se han desarrollado algunos prototipos.
Vía www.empa.ch
chicho dice
las clásicas pilas de zinc-carbón también son compostables, a diferencia de las alkalinas que son altamente contaminantes