Actualizado: 12/07/2021
Las baterías tardan en mejorar, pero la empresa sueca Candela no espera. Esta empresa ha diseñado un ingenioso barco hidrodeslizante de baja resistencia que apenas toca el agua, lo que le confiere una conducción supersuave y eficiente y una autonomía tres veces superior a la de otros barcos eléctricos.
El C-7 ya está en producción, tras haber superado las pruebas de certificación suizas que la empresa describe como las más duras del mundo. Con sus hidroalas de accionamiento automático y su sistema de propulsión eléctrica, tiene una configuración única y muy práctica que es mucho más que una novedad llamativa.
Los hidroplanos están diseñados principalmente para ser eficientes. Al elevarse fuera del agua, reducen la resistencia hidrodinámica a una fracción de la que normalmente causa el casco. La gasolina transporta tanta energía por kilogramo que las baterías de litio, y los barcos usan tanta energía como los coches para arrastrarse por el agua, que las embarcaciones eléctricas han visto limitada su autonomía.
Gracias a la incorporación de hidroalas, el Candela C-7 alcanza una velocidad máxima de 30 nudos (56 km/h) y una autonomía de 50 millas náuticas (93 km) a 22 nudos (41 km/h) con una sola carga de su batería de 40 kWh. Puede que no parezca mucho, pero Candela dice que es unas tres veces la autonomía que pueden ofrecer otros eléctricos del mercado.
Hay otros que van más allá: el Sarvo 37, por ejemplo, puede recorrer 100 millas náuticas (186 km) y tiene el doble de autonomía. Pero para ello usa una colosal batería de 350 kWh, casi nueve veces más grande que la del C-7.
La eficiencia no es la única ventaja; el C-7 es prácticamente silencioso, e incluso a velocidad deja una diminuta estela de 5 cm en comparación con una embarcación normal; ambos factores serán apreciados tanto por la fauna como por otros usuarios del mar.
Además, su capacidad para elevarse por encima del nivel del agua hace que el viaje sea mucho más suave en condiciones de oleaje que una embarcación normal; el casco no recibirá un golpe de una ola de menos de 1,1 m de altura, por lo que podrá deslizarse tranquilamente mientras sus compañeros de una embarcación normal reciben golpes y choques por todas partes. Será una máquina increíble para grabar vídeos.
Sin embargo, el sistema no es sencillo. La embarcación tiene que caber en un remolque y también tiene que funcionar en aguas poco profundas, por lo que Candela tuvo que hacer que el sistema de láminas de carbono fuera totalmente retráctil.
El foil delantero es bastante sencillo, ya que se repliega en el cuerpo de la embarcación eléctricamente. El foil trasero es más complicado: la unidad de propulsión, diseñada a medida, cuelga debajo de él y todo está conectado al motor fueraborda, bueno, a lo que sería el motor fueraborda si es ahí donde se encuentra el motor.
En cualquier caso, tiene que inclinarse mucho para que la hélice no tenga problemas en las aguas poco profundas, por lo que todo está montado en un gran brazo hidráulico, además de un sistema de inclinación.
Los hidroplanos también son difíciles de pilotar, y para que el C-7 sea fácil de pilotar, Candela ha tenido que diseñar su propio sistema de «control de vuelo». Usando sensores ultrasónicos, giroscopios, acelerómetros y GPS, el controlador de vuelo digital del C-7 ajusta automáticamente el ángulo de los foils 100 veces por segundo para mantener las cosas suaves, seguras y apuntando en la dirección correcta.
No es barato; Candela vende estas cosas por unos 240.000 dólares. Pero la experiencia será increíble, es una forma muy inteligente de aumentar la autonomía de una batería, y todas las miradas estarán puestas en el C-7 en cuanto salga del agua. Candela está ofreciendo pruebas de conducción, incluso en Venecia, donde sus barcos pueden reducir significativamente la contaminación de las estelas, responsable de los daños en los edificios de la ciudad.
Más información: candelaspeedboat.com
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