Actualizado: 08/03/2023
Los avances en el campo de las células solares transparentes hacen que pronto podamos instalarlas en ventanas e invernaderos. Pero en este último caso, ¿podrían quitar a las plantas de la luz solar? Para averiguarlo, los investigadores de la Universidad Estatal de Carolina del Norte cultivaron lechugas bajo distintas longitudes de onda de luz, y descubrieron que las plantas no tenían problemas.
Las células solares orgánicas se perfilan como un sistema fiable para generar energía renovable, gracias a una serie de ventajas. Pueden ser más flexibles que otras tecnologías, hacerse transparentes o semitransparentes, y las longitudes de onda de la luz que recogen pueden ajustarse.
En teoría, eso podría hacerlas perfectas para integrarlas en los tejados de los invernaderos.
Allí, estas células solares orgánicas podrían capturar ciertas longitudes de onda de la luz y, al mismo tiempo, permitir que parte de ella pase a las plantas que están debajo.
En un estudio anterior, el equipo de la Universidad Estatal de Carolina del Norte investigó cuánta energía podría producir este tipo de instalación, y descubrió que podría ser suficiente para que los invernaderos fueran energéticamente neutros.
Pero, por supuesto, faltaba una gran pieza del rompecabezas: nadie preguntó a las plantas cómo les afectaba. Así que ese fue el objetivo del nuevo estudio.
Los investigadores cultivaron grupos de lechugas de hoja roja en invernaderos durante 30 días, lo que les permitió alcanzar la plena madurez. Los distintos grupos estuvieron expuestos a las mismas condiciones de cultivo, como la temperatura, el agua, el fertilizante y la concentración de CO2. La única diferencia era la luz.
Las lechugas se dividieron en cuatro grupos: un grupo de control que recibió luz blanca normal y tres grupos experimentales que crecieron bajo luz pasada por diferentes filtros. Éstos cambiaban la proporción de luz roja y azul que recibían, para imitar las longitudes de onda que bloquearían las células solares transparentes.
A continuación, el equipo controló varios marcadores de la salud de las plantas, como el número y el tamaño de las hojas, el peso, la cantidad de CO2 que absorbían y los niveles de antioxidantes que contenían. Y, quizá sorprendentemente, resultó que las lechugas crecieron independientemente del tipo de luz que recibían.
No sólo no encontramos ninguna diferencia significativa entre el grupo de control y los grupos experimentales, sino que tampoco encontramos ninguna diferencia significativa entre los distintos filtros.
Brendan O’Connor, coautor del estudio.
El equipo dice que actualmente está trabajando para probar los efectos del bloqueo de diferentes longitudes de onda de la luz en otros cultivos, como los tomates.
Vía ncsu.edu
Jorge Derra dice
Interesante, pero creo que escogieron mal la especie para hacer el experimento. La lechuga se adapta a muy distintas filtraciones de la luz, para decirlo sencillamente puede producir aun escondida entre otros vegetales que la cubren, es decir a la sombra.
Si realizan el mismo trabajo pero con tomates estará mucho mas interesante ya que la cantidad y calidad de los frutos del tomate esta muy ligado a la intensidad y cantidad de luz que recibe durante el dia.