Actualizado: 31/08/2022
Los científicos están cada vez más alarmados por el descenso de las poblaciones de insectos en todo el mundo. Mientras que algunas causas -como el uso de pesticidas, la pérdida de hábitat y la crisis climática- están claras, otros posibles factores, como la luz artificial nocturna (ALAN), son más nebulosos.
Ahora, investigadores han encontrado la evidencia más importante hasta ahora de que las luces nocturnas realmente están llevando a la disminución de las poblaciones locales de insectos.
En algunas de las zonas que estudiaron, la presencia de luz disminuyó las poblaciones de orugas de polilla en casi un 50%.
Nos sorprendió mucho la crudeza de los resultados.
Douglas Boyes, autor principal del estudio, Centro de Ecología e Hidrología del Reino Unido.
Estudios anteriores han demostrado que el ALAN puede tener numerosos efectos negativos en los insectos, como el aumento del riesgo de ser devorados por los depredadores y la interrupción de su reproducción y polinización, señalaron los autores del estudio.
Sin embargo, sigue sin estar claro si los efectos del ALAN son predominantemente impactos perturbadores en el comportamiento de los individuos o si el ALAN está disminuyendo activamente las poblaciones de polinizadores y las poblaciones de insectos en general.
Douglas Boyes.
Para responder a esta pregunta, los investigadores observaron las orugas de polilla cerca de los bordes de las carreteras en el sur de Inglaterra.
Compararon las poblaciones de orugas en los setos y los márgenes de la hierba en 26 lugares a lo largo de carreteras iluminadas y no iluminadas. Lo que descubrieron es que había un 47% menos de orugas en los setos iluminados y un 33% menos de orugas en los márgenes de hierba iluminados.
En un experimento separado, también instalaron luces en los campos y descubrieron que había menos orugas bajo las luces LED, lo que sugiere que las luces interrumpían la alimentación.
En un entorno local podemos estar seguros de que la contaminación lumínica es importante, pero lo que no está tan claro es si observamos todo el paisaje.
Douglas Boyes.
Un aspecto importante del estudio es que las orugas se vieron más afectadas por las luces LED que por las lámparas de sodio de alta presión (HPS) o las antiguas lámparas de sodio de baja presión (LPS), que crean una luz amarilla-anaranjada. Esto es preocupante porque las luces LED se han hecho más populares en los últimos años porque son más eficientes energéticamente.
Sin embargo, Boyes dijo a la AFP que «hay soluciones realmente accesibles» para el problema.
Entre ellas, poner filtros en las luces para cambiar su color a uno menos parecido al de la luz solar, o añadir escudos alrededor de las luces para que iluminen la carretera y no el hábitat de los insectos circundantes.
Si los insectos tienen problemas -como creemos que es el caso, y tenemos pruebas que lo corroboran-, quizá deberíamos hacer todo lo posible para reducir estas influencias negativas.
Douglas Boyes.
Más información: sciencemag.org
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