Actualizado: 14/11/2022
Limitar los gases que se emiten a la atmósfera es determinante en la lucha contra el cambio climático. A la espera de que las renovables se impongan (todavía hoy, el 80% de la energía procede de combustibles fósiles), el descubrimiento de un estadounidense de 18 años podría revolucionar el modo de afrontar este desafío. Para ello, Ethan Novek ha dado con un mecanismo que permite capturar CO2. Aunque esta tecnología ya existe, lo que es verdaderamente novedoso es que esta propuesta reduce en un 90% los costes de operación respecto a los mecanismos disponibles hasta la fecha.
El asunto de los costes es clave, puesto que estos prácticamente habían dilapidado las opciones de la tecnología para la captura de dióxido de carbono. Hasta ahora. Antes del descubrimiento de Novek, los sistemas para capturar carbono separaban los gases de escape a través de un proceso para el que era imprescindible incorporar amonia, un derivado del amoniaco bastante costoso. Además, la cantidad de calor necesaria para este proceso seguía tirando al alza de los costes, que se elevaban aún más por la necesidad de construir un equipo específico en el que se produjesen las reacciones necesarias.
Ahora, todo este paradigma cambia, puesto que el nuevo procedimiento ideado por este joven puede reducir en un 90% los costes de operación para capturar el dióxido de carbono, además de consumir poca energía. Para llegar a esta idea que podría contribuir, y mucho, a avanzar en los compromisos en la lucha contra el clima acordados en la Cumbre de París, todo arrancó hará un par de años en el laboratorio de un instituto de Connecticut.
Ethan Novek, que por aquel entonces ya contaba con una patente, exploraba nuevas vías para producir urea a bajo coste mediante una nueva técnica que había aprendido recientemente, la desalinización. Sin embargo, sus intentos no daban resultado, por lo que siguió calentando los productos empleados hasta que, de pronto, un gas empezó a burbujear.
En ese momento, el joven prodigio comprendió que no estaba ante la urea que buscaba, sino ante CO2. Con esa certeza, replanteó rápido su experimento para enfocarse en separar y capturar el dióxido de carbono que se produce con la quema de combustibles fósiles. Básicamente, el sistema ideado consistiría en canalizar hacia una mezcla de amoniaco y agua los gases que contengan dióxido de carbono. Al entrar en contacto con el CO2, el amoniaco reacciona y forma una sal, mientras que otros gases como el oxígeno o el nitrógeno logran escapar.
El novedoso proceso prosigue con la incorporación de un disolvente a la mezcla con el que se logra que la sal se descomponga de nuevo en amoniaco y CO2 que, así, podría capturase y canalizarse bajo tierra. Finalmente, como parte de la técnica desarrollada por el joven, el amoniaco y el disolvente se separarían a través de un proceso de destilación para su posterior reciclaje.
Esta nueva aproximación que haría completamente asequible la captura de CO2 emplea un 75% menos de energía que las tecnologías actuales para el mismo fin, según Innovator Energy. Esta empresa creada por el joven también da pasos hacia la conversión del dióxido de carbono en productos químicos como el ácido acético o el gas de síntesis.
Con el respaldo del experto Menachem Elimelech, profesor de la Universidad de Yale, Ethan Novek sigue trabajando sobre su idea, ahora a mayor escala. El próximo paso, de hecho, pasa por construir una planta piloto que capture 1.000 kilos de emisiones de CO2 cada día. Todo esto, si marcha según lo previsto, a un coste de 10 dólares por tonelada y en un contexto en el que cualquier avance puede suponer un mundo. No en vano, se estima que en el medio y largo plazo tendrán que capturarse hasta 6.000 millones de toneladas de dióxido de carbono al año para combatir el cambio climático y sus impactos.
Vía Quartz.
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