Actualizado: 05/07/2024
La producción agrícola a nivel mundial es cada vez mayor, porque la demanda de alimentos no ha dejado de crecer en todo el globo. Ya somos más de 8000 millones de personas en el planeta, el doble de la población que había en 1974, cuando se alcanzó el hito de los 4000 millones de habitantes. Necesitamos cada vez más campos de cultivo, sistemas de producción más eficaces, y alimentos con más nutrientes.
El problema es que el sustrato no puede producir esos nutrientes por sí solo. A medida que vamos cultivando y cultivando en la misma tierra, ese sustrato termina por agotarse y deja de ser apto para el cultivo. Al ritmo de producción actual, la mayoría de los campos deberían abandonarse a los pocos años, pero por suerte contamos con los fertilizantes para reabastecer la riqueza mineral de estos campos de cultivo.
Sin embargo, los fertilizantes no son tan abundantes como cabría pensar. Para poder crear fertilizantes ricos en nutrientes como el fósforo, el bono, el potasio o el zinc, se hace necesario extraer estos nutrientes de algún lugar. Se trata de elementos de la tabla periódica que no podemos crear por nosotros mismos, así que la producción de fertilizantes está repartida de manera desigual por el planeta.
Rusia y China dominan la producción de fertilizantes
El principal productor de fertilizantes a nivel global es Rusia, seguido de cerca por China. Ambos países tienen un vasto territorio con grandes yacimientos de fósforo y potasio, pero la invasión de Rusia a Ucrania ha dificultado las exportaciones de fertilizantes hacia Occidente. Conviene subrayar que no hay sanciones establecidas sobre los fertilizantes rusos, pero el mercado se ha visto distorsionado como consecuencia indirecta de la guerra.
En este contexto, es mucho más difícil y costoso conseguir los fertilizantes necesarios para mantener la producción en los campos europeos. Se hace necesario entonces buscar nuevos proveedores de fertilizantes –lo que no es sencillo– o, si esto no es posible, aprovechar las tecnologías más avanzadas para determinar las necesidades del sustrato y optar por una compra selectiva de fertilizantes de precisión.
La fertilización de precisión acude al rescate de las producciones agrícolas
En un contexto donde los fertilizantes de amplio espectro son escasos, tecnologías como la valoración química permiten determinar las necesidades de los cultivos, comprobar los nutrientes presentes en el sustrato, y optar por la fertilización de precisión para reforzar la tierra de cultivo solamente con los nutrientes que realmente necesita. De este modo se puede ahorrar en la compra de fertilizantes y adquirir nada más que lo esencial.
El ahorro potencial que proporcionan los fertilizantes de precisión es enorme, y es aún mayor cuanto mayor sea el campo. Un solo equipo de valoración puede bastar para comprobar las necesidades de un campo de cultivo, con independencia de su tamaño. Y un campo extenso puede traducirse en un ahorro de muchas toneladas de fertilizante que realmente no son necesarias para los cultivos en cuestión.
Además, es posible que los nutrientes que necesita un campo se puedan encontrar en productores de fertilizantes europeos o norafricanos, de manera que no sea necesario importar estos fertilizantes desde China o Rusia. Esto puede reducir todavía más el costo de los fertilizantes y su importación, lo que permite invertir en otros aspectos de la industria agrícola para mejorar la calidad de los cultivos o reducir los costos de la producción.
El ahorro en fertilizantes se traduce en mejores inversiones
El dinero ahorrado en fertilizantes puede servir para implementar todo tipo de mejoras en la producción agrícola, por ejemplo adquiriendo mejores cosechadoras o sembradoras, contratando a personal más cualificado, dedicando más recursos a la selección de semillas, incorporando sistemas para el tratamiento del agua, o instalando paneles solares para poder mantener toda la operación sin tener que pagar por la energía eléctrica.
Este último aspecto puede ser clave a medio y largo plazo. Los costos en electricidad de una producción agrícola pueden dispararse cuando sube el precio del gas natural, como ocurrió hace dos años tras la interrupción de las importaciones de gas procedente de Rusia. Esto se deja sentir especialmente en las producciones ganaderas, que además deben mantener la temperatura adecuada para el ganado en días de frío o calor extremo.
La buena noticia es que la instalación de paneles solares es cada vez más económica y eficiente. Y, toda vez que se han instalado, ¡la electricidad generada por estos paneles es gratuita! El ahorro energético puede llegar a ser de miles de euros al mes, un dinero que bien se puede invertir en la adquisición de otros campos, la ampliación de las instalaciones, ¡o incluso la compra de nuevo equipamiento que opere con energía eléctrica!
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